Sucedió en un tiempo indefinido. Las estrellas titilaron de manera rítmica. Sus luces intermitentes emitieron sonidos acordes formando un maravilloso concierto astral. La sístole y diástole transmitieron una energía vital propia de un corazón, cuyos límites se encuentran más allá de los confines de la razón.
Por momentos vi espectros luminosos equivalentes a miles de relámpagos conectando los planetas sinfónicos entre sí. Luces y sonidos a escala universal. Tan únicos pero tan frecuentes a lo largo y ancho del firmamento.
Solo hay que estar dispuesto a verlo, pensé.
Y cada planeta es un mundo. Y cada mundo tiene su historia.
Solo que hay que estar dispuesto a verlo.
Me hizo evocar a Antoine de Saint-Exupéry, descendido de su avión monomotor pertrechado solo con su casco de cuero y antiparras. Allí estaba, con su inconfundible estampa de piloto. En aquellos años cada vuelo era una aventura, una sutil visita al vecindario de la muerte.
¿Con qué ojos mirabas el cielo para descubrir un pequeño Príncipe vagando por los planetas? -le pregunté.
-Yo escribí un testimonio, no una ficción, para evitar pasar por loco, me arropé de Principito y lo disfracé como un cuento infantil.
¿No hubiera sido una contribución para la humanidad divulgar ese testimonio en lugar de esconderlo? -le reproché.
-El ser humano, desde hace siglos, se esmera en desconocer, encerrar o manipular cualquier evidencia que cuestione sus prejuicios. De ahí viene el dicho de que solo los locos y los niños dicen la verdad.
Y reforzó su argumento con una cita:
-Una vez un mago, Jorge Luis Borges, conocedor del lenguaje universal, capaz de volar al más alto de los cielos, de ver sin ojos hasta los confines de la creación, escribió ¨por eso a los locos los encierran y a los niños los educan¨.
-Como ves -dijo Antoine-, el mundo resultaba demasiado estrecho para aceptar mi revelación.
–Aquí que no existen el tiempo ni los prejuicios -le dije-, así que podés compartir tu experiencia con libertad.
-Cuando mi avión ascendió al otro plano, yo pensé que había tenido un accidente y estaba muerto. La experiencia fue tan vertiginosa que no podría asegurar si mis visiones se sucedían o eran simultáneas. Estaba envuelto en una marea cósmica de luminosidad, los planetas, su materia, sus habitantes, sus plantas formaban parte de una unidad cuya comunicación era un todo.
-¿Cómo te comunicabas con ellos?
-Los planetas palpitaban, emanaban energía y emitían mensajes. No podría decir cuál era el método de comunicación, solo tenía conciencia de lo que transmitían. En algunos casos tuve la posibilidad de preguntar, mejor dicho, de recibir respuestas a las inquietudes que vagaban por mi pensamiento. Me comuniqué, fusionándome, con un pequeño grupo de planetas, otros miles de ellos tienen mensajes para ser transmitidos cuando el hombre se decida a mirar hacia el universo.
Me despedí envuelto en la sorpresa, esperaba encontrar un piloto que escribía ficción y en cambio descubrí un testigo disfrazado de niño para no pasar por loco.
En ese momento una presencia gris e informe, testigo quizás de nuestra conversación, se me acercó.
-¿Qué deseas? – le pregunté.
-Mi planeta -0.94249998- tiene una historia con orígenes análogos a la Tierra- dijo el ser anónimo-. Escuchando el relato del piloto cósmico pensé que nuestra experiencia sería útil para evitar que los países cometan los mismos errores que nosotros.
-¿Cuál es tu nombre?
-Mi nombre es AZ3691836.
-¿Puedo llamarte AZ?
–Por supuesto.
-La suma de los dígitos de mi denominación da 36 múltiplo tanto de 3 como de 6 y 9. Son los números que rigen la creación del Universo. En nuestro planeta las coordenadas energéticas son esenciales.
-¿Me describirías algunas características de la vida en tu planeta?
-Constituimos un todo energético único, aunque mantenemos el libre albedrío. Esto nos permite un control estricto del EGO que es la principal causa de dolor y miseria entre los humanos.
-Formamos parte de una constelación, la Vía Centilushka. La denominación de nuestro planeta es 0.94249998 (igual a PI*3), número que no es aleatorio, simboliza la curvatura de las rectas, los pasillos estelares y la inexistencia de una línea tiempo. Estamos ubicados en los confines del sistema planetario, posición que genera una fuerte vulnerabilidad respecto de los vientos cósmicos. Su influencia puede ser favorable, cuando son vientos de luz, pero resulta devastadora cuando arrastran oscuridad energética.
–La descripción de tu planeta marca diferencias significativas con la tierra y los humanos. ¿Me podés aclarar cuáles son las similitudes y cómo se comparan las diferencias?
-Lo que sería el planeta Tierra acá está compuesto por un conjunto de planetas interconectados energéticamente. Cada planeta es una unidad institucional y de seres, similar a un país. Como seres hemos escalado a la siguiente frontera. El mismo estadio que tenían los humanos antes de que Adán mordiera la manzana. Hasta ese momento éramos lo que se denomina seres paralelos con los humanos. Nos comunicamos sin necesidad de la palabra, estamos conectados permanentemente. Formamos un enorme cerebro único. Conservamos la individualidad y simultáneamente somos todos uno, difícil de comprender para el humano actual.
-¿Cuáles errores podrían servir como enseñanza para que los países no los cometan?
-Hasta hace unos 170 años -dijo AZ-, nuestro planeta era una planicie semi desértica, habitada por seres básicos, carentes de cultura y de ética. Estábamos entre los planetas menos desarrollados. Nuestra historia mostraba una sucesión de luchas entre seres inferiores pugnando por la supremacía de unos sobre otros. Ubicados en los confines de la constelación todo hacía prever un futuro gris, sino sombrío.
-¿Que produjo un cambio tan increíble respecto de la luz que proyectan hoy?
-En un momento sopló un viento de luz que entró por el extremo de la constelación, donde se ubica nuestro planeta. La tierra yerma se convirtió en un vergel. Pero el viento solo no produce milagros. Era necesaria la sincronicidad entre la luz, el mago y el libre albedrío para transformar en luminosos los seres oscuros, apagados, carentes de alma. Y ocurrió el milagro del triángulo, la trinidad. Apareció el mago que lideró las almas para convertir en frutos la luz del nuevo viento.
-¿De dónde salió el mago?
-Como aparecen los magos, en los lugares menos pensados, debajo del disfraz de pescador, carpintero o guerrero. Me intrigaba tanto su gesta como su vida. Después de haber organizado, pacificado y orientado las almas hacia la luz, murió asesinado a manos de uno de sus mayores protegidos.
-Similar a la historia de Julio César, famosa en la tierra, muerto por el puñal de su fiel Bruto, subrayé.
-Salí a buscarlo, me resultó sencillo encontrarlo -prosiguió AZ-, estaba rodeado por una decena de seres de aura luminosa y sensible, los llamados Custodios del Planeta. Su nombre: JJU1852, (JJU abreviado).
Fiel a su tradición me invito a cabalgar por un campo de luz celestial en dos caballos alados blancos. Su personalidad me impactó, de mirada vivaz, profunda pero a la vez paternal, conjugaba autoridad con sabiduría y sensibilidad.
-Conozco la historia oficial de nuestro planeta-le dije-, el giro cósmico, la transformación de agujero oscuro en estrella luminosa. Lo que nunca logré entender es por qué el mago responsable de ese milagro muriera asesinado. Mucho menos aún por uno de sus lugartenientes preferidos. ¿Qué pasó? ¿Cómo se puede explicar?
-Yo sabía que me iban a asesinar -dijo JJU-, varios me alertaron, un ex adversario, que se convirtió en un amigo, me sugirió que me fuera a vivir cerca de él a un lugar tranquilo llamado South Hampton. El precio para terminar con odios y rencores fratricidas era ofrecer mi vida… Los procesos de humanos se nutren tanto de la comedia como del drama.
-No existía un método incruento?
-Este era el método más incruento – dijo JJU-, mi sangre y la de algunos de mis hijos a cambio de decenas de miles que hubieran muerto en rencillas entre hermanos.
Interrumpí a JJU para contarle que algo semejante había ocurrido en la galaxia casi en la misma época. Una guerra fratricida y sangrienta entre el Norte y el Sur terminó dando a luz una unión y una paz que parecían imposibles. El mago que logró el milagro terminó asesinado mientras asistía a una obra de teatro. Su nombre era AL1860.
-No hay vencedores ni vencidos es un concepto sublime para la historia -continuó JJU-, pero corrosivo para el líder que lo pronuncia. Los vencedores quieren beber de la sangre de los vencidos y el perdón de los derrotados aumenta su sed de venganza. Me coloqué en un espacio que concentra los odios de ambas partes, lo mismo le ocurrió en el norte a AL. Mucho hemos conversado desde que ambos llegamos aquí, casi en la misma época.
Mientras se alejaba en su caballo blanco hacia los confines de la creación agregó:
-Por eso a lo largo de la historia es frecuente el exterminio de los derrotados, de lo contrario el precio de la paz se alimenta de la sangre del pacifista.
-A partir del sincronismo entre el mago y el viento de luz mi planeta era una fiesta -prosiguió AZ-, el mayor problema era evitar la invasión de seres de planetas vecinos que buscaban un futuro mejor. Arribaban desde diversos confines, aún desde planetas tradicionales y acomodados, una suerte de fiebre del oro. En un momento eran más los inmigrantes que los oriundos.
-¿Por qué venían? -le pregunté.
Su respuesta fue mucho más sorprendente que mi pregunta.
-Venían en busca de un alma. El atractivo estaba en el alma que irradiábamos. La visión de un túnel hacia el futuro. El esfuerzo y el sacrificio a realizar se encogen cuando se visualiza la posibilidad de un destino luminoso.
-¿Qué malogró ese futuro venturoso?
-El sincronismo, responsable de que pasáramos de ser un desierto inhóspito al Cuerno de la Fortuna, se transformó de repente en un conjuro de oscuridad y decadencia -dijo AZ-. Aquel viento cósmico de luz ahora trajo oscuridad y desazón. El norte se confundió con el sur, la razón con la demencia, el entusiasmo con la apatía. A partir de entonces, equivocamos nuestras decisiones. Nos aliamos con los derrotados. Y lo peor, en vez de aprender de los errores persistimos en ellos.
-¿Cómo se puede explicar que una contrariedad cósmica haga naufragar sin esperanzas a toda una comunidad?
-Las ideas y los principios se desvanecieron, aplastados por una invasión de pequeños egos que oscureció el firmamento. Una gigantesca nube de langostas cósmicas sepultó la energía vital responsable de nuestras conquistas. Los egos se comieron las redes del tejido social.
-Qué pasó con las reservas morales de la comunidad?
-Los encargados de protegernos se empacharon de egolatría -dijo AZ-. Almas demasiado jóvenes y débiles accedieron a espacios de liderazgo. En lugar de forjar ideales, se convirtieron en mercaderes de sus pequeños intereses demagógicos.
-Es normal que existan ciclos de luz y oscuridad pero, ¿por qué no volvió la luz a tu planeta?
-Hubo lapsos, donde parecía que podíamos rescatar el futuro. Surgieron seres inmunizados del virus del ego, pero sus esfuerzos no resultaron suficientes para escalar del abismo a la cumbre. La oscuridad genera una onda expansiva, verdaderos agujeros negros. Está en el libre albedrío de la comunidad no dejarse atrapar por su atracción gravitacional. Nuestros seres no lo lograron.
-¿Cómo afecta un proceso de decadencia prolongada a las vidas individuales?
-La decadencia se parece mucho a la depresión. Se sabe cómo se entra pero no cómo ni cuándo se sale. Vacío existencial, extravío, desaparición del alma. Esa misma energía vital que nos hizo pasar de la nada al futuro se fue diluyendo silenciosamente, sin que nadie se dé cuenta, como el rocío abandona las pasturas promediando la mañana.
-Nunca había escuchado una historia así, casi fantasmagórica -le dije.
-De repente, como en los cuentos de conjuros, nos convertimos en un planeta sin alma. Nuestros seres desangelados se movían por espacios grises y descoloridos.
La fe cayó rehén de la sospecha, víctima de la emboscada de los odios. Con más temor que esperanza, las almas deambulaban entre la vacuidad y la inmoralidad repitiendo como zombis los mantras de la decadencia:
¨Es lo que hay.
Lo que importa es salvarse uno.
Eso no es para nosotros.
Nos merecemos otra cosa pero los grandes planetas nos impiden avanzar.¨
-¿Qué pasó con las fiestas como la primavera, el carnaval, la Navidad o las fiestas comunales que son motivos de alegría y festejo?
-Las fiestas y los festejos se transformaron en una máscara mortuoria llamada feriados. El calendario se convirtió en una puerta giratoria, sin dejar en el alma ni un rastro de esperanza o de alegría. Nada se puede festejar cuando el espíritu se ha evaporado. El feriado es una fiesta que perdió el alma -dijo AZ.
-¿Y con la letra del himno?, que es el alimento esencial del alma de los pueblos.
-Desapareció también de las mentes. Fue sustituida por sonidos guturales propios de entes inferiores.
-No sé si existen casos de tal decadencia en el último medio siglo. A principios del siglo XX tu planeta era uno de los planetas más dinámicos y felices. ¿Qué rastros quedaron de aquel éxito?
-Edificios magníficos, universidades, hospitales, historias de profesionales formados para un futuro de liderazgo hemisférico que hoy parecen piezas de un museo arqueológico. Caímos más bajo de lo que nadie puede imaginar; perder el alma es sumergirse en la nada. Con la esperanza borrada del vocabulario y la visión esfumada de la mente, solo la magia podía elegir cuándo un nuevo viento de luz entraría por nuestro portal.
-A través de tu relato -le dije-, me condujiste por un sendero de luz infinita descendiendo a los valles de la antimateria para volver a ascender a la malla eterna. Del nacimiento a la agonía y finalmente al éxtasis. ¿Cuáles son los pilares de sabiduría que les permitieron recuperar el futuro de luz que ahora gozan?
-Nosotros contamos con mucha ayuda de la magia -dijo AZ-. El primer mago, JJU, como legado dejó escrito en los frontispicios de su residencia, donde fue asesinado, las claves para recuperar el alma de la comunidad. La ley de la causalidad hizo que un espíritu curioso diera con ellas en el momento necesario. Luz, mago y libre albedrío siempre el Triángulo, la Trinidad consumando el sincronismo. Entonces el futuro se acerca con la velocidad de la luz, en instantes el alma inunda el espacio y la decadencia se desvanece. El espíritu de la decadencia se transforma en un no recuerdo.
-Te agradezco haber compartido tu historia, es muy rica en experiencias. ¿Cuál es tu mensaje para los que aún no han logrado atravesar el Jordán de la decadencia?
-Los que conocieron un pasado donde existió el futuro, volverán a ver el futuro. El Universo circula, su luz siempre vuelve. Nadie sabe cuántos siglos demandará reparar un instante cósmico perdido, pero cuando la oportunidad retorna jamás se debe dejar escapar, -dijo AZ-. Y desapareció fusionado en la malla energética de Universo.
Elmer Van Hess (Narciso Ibáñez Menta), personaje de la serie llamada “El hombre que volvió de la muerte”. Su cuerpo es comprado por un científico quien logra devolverlo a vida mediante el reemplazo de sus órganos por unos artificiales. Lo convierte así en una especie de súper humano, que ha vivido y experimentado el más allá y ahora queda destinado a vivir muchísimo más que cualquier mortal. Entre los cambios que le han hecho, han aumentado también su inteligencia, su sensibilidad. su intuición y su comprensión de la naturaleza humana.