Las manecillas del reloj marcaban las 09 y 15 PM, era una noche oscura el cielo se desarmaba sobre la ciudad, la copiosa lluvia lavaba los balcones y las copas de los árboles lloraban sin cesar.
Mi ansiedad acariciaba los muros, la incertidumbre era una alfombra mullida que se hundía a cada paso.
En el perchero había colgado los sueños hasta nuevo aviso, el encierro perturbaba las ideas, desgastaba las palabras y el delirio se potencializaba.
Hay fantasías que hechizan, por supuesto que las hay.
La tormenta no cesaba, de pronto la luz se cortó.
Los relámpagos iluminaban mi paso en busca de una vela. Revolví varios cajones y solo encontré una.
Por lo cual decidí cenar porque cuando la vela se acabará quedaría a oscuras.
Sentada en la cocina en compañía de una copa de agua, un plato de arroz con manteca y a la luz de la vela cuya llama flameaba en forma intermitente, me dispuse a comer.
Mis pensamientos se alejaban, las fantasías provocaban delirios.
Frente a mi sobre la pared derecha contigua al calefón detecto dos ojos negros, redondos que me miraban casi sin parpadear.
Al principio pensé que eran dos manchas, pero hacia poco que se había pintado el departamento no era posible.
Luego dije en vos alta es producto de la luz tenue y vacilante de la vela.
Para sacarme la duda, me acerque para tocar la pared, estaba la posibilidad de que fuera una perdida de agua del caño que alimenta la canilla de la pileta.
Flor de sorpresa cuando estaba por apoyar mi mano sobre el lugar, un ronroneo me detuvo, su pelaje espumoso desparramo y los ojos cada vez brillaban con mas intensidad
en la clara oscuridad.
Camino unos pasos subió a la mesa, se acurruco y cerró los ojos.
Parecía un peluche.
No me animaba a tocarlo. Quede sentada observándolo, no se si era miedo o producto de mi fantasía, estaba inmóvil.
El sueño me venció, no se en que momento.
Se que tuve una pesadilla, cuando desperté no la pude recordar.
La luz había vuelto, cesado la tormenta, a través del ventiluz se divisaba la luna, una luna redonda cuyas manchas ofrecía una imagen clara, un gato blanco durmiendo.
Ahora a lo lejos y hace tiempo, en esa noche de cuarentena no se si la fantasía supero a mi realidad.
UN GATO EN LA PARED Por Cristina Pereda
Escrito por Jorge Cabrera el 26 octubre, 2022
UN GATO EN LA PARED
Por Cristina Pereda
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