Mi joven amigo Menelao Espiridón, nacido en Olimpia, Grecia pero criado en la Calle Ocho de Miami, forma parte de esos nerds que duermen con la computadora pero no pueden montar una bicicleta. Si le preguntamos sobre la historia de Mini, la novia de Mickey, pondrá los ojos en blanco y quedará mudo. Tildado, para usar su jerga. Por el contrario, el nombre de Penélope o de Soren Kierkegaard gatillará una verborragia propia del relato de un partido de fútbol. Apasionado por la filosofía, sea por razones genéticas o herencia cultural, es un agudo observador de la realidad.
En esta oportunidad lo convidé a cenar en el restaurant Versalles, ícono de la comunidad cubana en la Florida. Está situado a metros de la ¨Calle Ocho¨, que fue tomada por los isleños, desde principios de los sesenta, como un apéndice de la añorada Ciudad de La Habana, a la que nunca volverían. Es un área donde resulta difícil escuchar hablar inglés propiamente dicho. Se habla una especie de subdialecto, simpático y cadencioso, formado por una base de español salpimentado con términos anglo, deformados en su pronunciación y en su terminación. Todo expresado al ritmo caribeño del bongó y la tumbadora.
- Elmer -me dijo- qué alegría volver a verte. Sos la única persona con la que me animo a conversar ideas locas, a veces ridículas y normalmente políticamente incorrectas.
- Yo también me alegro de verte. Con la introducción que me hiciste apuesto a que te traes algún tema excéntrico entre manos.
- El otro día -me dijo-, fui a sacar fotos a los Envergadles y traté de sintonizar con la frecuencia de pensamiento de los peces. Me di cuenta que ellos tienen una visión totalmente distinta a la nuestra respecto del mundo en que vivimos. ¡¡Pero vivimos en el mismo mundo!!
- Contame cómo ven ellos el mundo. Me interesa, así lo puedo cotejar con los espíritus de animales con que a menudo me comunico.
- Para ellos el mundo es líquido, silencioso y armonioso. El firmamento es la superficie del agua. Las orillas son fronteras detrás de las cuales se esconden otros mundos desconocidos e inabordables. Algo parecido a lo que nosotros pensamos de otras galaxias. Al hombre lo ven como un extraterrestre que a veces irrumpe en su universo. Una excepción son los peces que saltan por sobre el agua, ellos tienen una visión, aunque parcial, de lo que ocurre por encima del firmamento.
- Qué concepto tienen de nosotros, de Ustedes, en realidad -le dije.
No muy bueno, para ellos somos seres agresivos y depredadores. Los confunde un poco la diferencia entre las actividades acuáticas recreativas y la pesca. No entienden por qué los mismos seres que a veces son pacíficos y hasta amables, otras son sanguinarios y destructivos. Los delfines por ejemplo, que agregan su inteligencia superior a la capacidad física de elevarse, nos tienen más simpatía, aunque consideran que nuestro lenguaje es mucho más limitado que su método de comunicación mediante ondas parecidas a las de la radio. La matanza indiscriminada de ballenas provoca un rechazo generalizado en el mundo subacuático. Cada vez que un tiburón mata a una persona se vive como un acto de justicia. Los escualos se han convertido en el vengador marítimo. En su lenguaje sonar cada ataque se transmite con la satisfacción de haber derribado un bombardero enemigo.
- Es fascinante todo lo que se puede aprender cuando uno está dispuesto a escuchar la visión del otro, sin prejuicios.
A esta altura ya habíamos dado cuenta de las croquetas de jamón que hacían de puente entre nuestro hambre y la llegada de las abundantes porciones de ropa vieja que ambos elegimos como plato principal. Nuestra ansiedad oral no pasó desapercibida, luego de la segunda mirada profunda que le echamos a la mesera.
- ¿Que tú quieres? ¿que yo vuele? Aquí servimos comida, no hacemos milagros espetó la cubana.
- No se arreche hermana, es que las tripas nos hacen ruido de hambre y casi no nos dejan hablar.
- Hombre -dijo-, pa ese estado de necesidad está el chelter. (shelter en inglés cubano).
Nunca supimos si fue una humorada o realmente estaba molesta. Preferimos no averiguarlo y seguir nuestra conversación.
- La comunicación con los peces -dijo Menelao- me disparó una catarata de pensamientos sobre la racionalidad y los prejuicios del ser humano. Siempre pienso que si un día bajara un marciano se volvería diciendo ¨conocí un planeta donde están todos locos; se pasan elucubrando silogismos para disfrazar de racionalidad toda clase de incoherencias ¨.
- No soy precisamente un marciano pero, viniendo del otro plano, créeme que entiendo tu punto. Muchas veces me pregunto cómo resultaba ciego a esa realidad durante los años que fui un hombre de carne y hueso. Me gusta mucho que tengas la sensibilidad para mirar desde una perspectiva mayor la realidad. Quizás se lo debes agradecer a los peces.
El mundo animal permanentemente emite señales que no estamos dispuestos a escuchar. Ciegos y sordos al entorno que nos rodea. Pensá que hemos logrado ser el único ser viviente que sufre estrés, angustia, ansiedad y ataques de pánico. Para peor, en el paroxismo del autismo, a eso le llamamos civilización.
- Por mí se pueden quedar aquí hasta que las velas no ardan -dijo la cubana-, pero la cocina tiene que cerrar y la caja también, así que necesito tráerles el ¨bil¨.
Superado el trance del ¨bil¨, decidimos continuar nuestra charla, bajo el amparo de una noche estrellada, experimentando las veredas de la Calle Ocho.
- El hombre desde que Adán fue expulsado del Paraíso busca la trascendencia que le dé sentido a su vida. Lo que no entiendo, Elmer, es por qué no unen fuerzas como especie para lograrlo. En lugar de ello se matan y se persiguen peleándose por el método que cada uno elige para lograr trascender. Todavía andaban con taparrabos y persiguiendo dinosaurios y ya se mataban entre tribus porque unos adoraban la luna, otros el sol y otros la Tierra.
- Lo que estás describiendo es el resultado de haber perdido la conciencia de unicidad. Estado de gracia en términos religiosos. La expulsión del Paraíso no implicó una mudanza geográfica. Tampoco una maldición. Ni tiene sentido la remanida frase de ¨te ganarás el pan con el sudor de tu frente¨. Como si Adán hubiera venido a la tierra para ser un vago y después lo condenaron a trabajar. Lo que perdió es la capacidad de sentirse parte de la malla universal, donde el tiempo no existe, no hay bueno y malo, lindo y feo, mío y tuyo. Cayó de la unicidad a la dualidad. Fue el principio de las antinomias. Al perder la visión integral quedó cautivo de las dicotomías y de los extremos. Todo se tiñó de blanco o negro, verdad o error. Se desvanece la empatía con el otro. No existe posibilidad de comprender ni de aceptar la diversidad de las formas y las concepciones. Esa es la puerta de entrada al odio, las guerras y las persecuciones.
- Es cierto, quizás en vez de ¨valle de lágrimas¨, como mencionan las plegarias deberíamos denominarlo ¨valle de las antinomias¨. La búsqueda de la trascendencia constituye el ejemplo más claro. Allí no se mezclan intereses personales. Acceder a la trascendencia es un valor universal. No se agota ni se puede atesorar. Sin embargo, los hombres se matan porque algunos intentan llegar mediante ciertas creencias (religiones) y otros a través de otras. Llamarle Buda, Moisés, Mahoma o Cristo al profeta preferido ha sido y es causa de discriminación, persecuciones y matanzas. Este carrusel del odio puede bajar hasta fijarse en matices tales como la manera interpretar las Sagradas Escrituras o los mensajes del Profeta en la jerga musulmana. La residencia del jefe de la iglesia, Moscú, Londres o el Vaticano por ejemplo, también ha producido ríos de sangre.
Tus reflexiones son profundas. Están marcando el mayor desafío que tiene la especie para su supervivencia. Desde aquí arriba, donde no existe el tiempo y el uno es parte indivisible del todo, vemos ese proceso con esperanza pero también con preocupación. La caída de Adán no fue un castigo sino una etapa de aprendizaje. Dependerá del libre albedrío de su descendencia aprender y elevarse a la unicidad o quedar flotando en la dualidad hasta el fin de los tiempos. Que no tienen fin.
- Esperaba encontrar consuelo en un ser como vos, pero con estas palabras me dejas más preocupado que antes de hincarle el diente a la primera croqueta.
– Vos no tenés nada de qué preocuparte, estas transitando tu sendero hacia la luz. Has logrado abrirte para recibir la inspiración y observar la esencia que se esconde detrás de las formas. - El ejemplo de las religiones es el más evidente, -continuó, ahora más entonado, Menelao-, pero los prejuicios adquieren la violencia de un tornado cuando se trata de métodos de trascendencia individuales. El hombre ha usado tres formas para conectarse con Dios (o como quiera llamarse): el ayuno, en la tradición judeocristiana, el respiratorio, propio del hinduismo, y el químico o alucinógeno, indoamericano, africano y oriental. Los monjes del Himalaya han sido torturados porque sus procedimientos no se ajustaban a los designios del régimen comunista. Del otro lado del mundo, el uso de alucinógenos como puente a la trascendencia ha sido estigmatizado y criminalizado. Claro, en el siglo XIX, cuando Gran Bretaña intermediaba en la exportación de opio a China, la guerra del Opio, el alucinógeno resultaba más santo que el agua bendita. También los Seals (cuerpo de elite de EEUU) utilizan micro dosis de LSD, aquí y ahora, para aumentar su capacidad extrasensorial. Al final no sé si esta realidad es un drama o una comedia. Como dice el tango, algunos, haciendo el moralista, parecen un ¨disfrazado sin carnaval¨.
- Tus comentarios me hacen pensar que quizás los descendientes de Adán todavía tengan mucho que aprender de sus hermanos menores, los animales. ¿Te imaginas las abejas matándose unas a otras por la flor de dónde sacan el polen? ¿O las hormigas destruyendo sus hormigueros a causa del sendero que siguieron las cortadoras? ¿O las ballenas atacándose por la corriente marítima elegida para bajar a sus áreas de apareamiento? Pelearse y matarse por los métodos y despreciar los fines son lujos que solo el ser humano se puede permitir. A costa de su felicidad.
Elmer Van Hess (Narciso Ibáñez Menta), personaje de la serie llamada “El hombre que volvió de la muerte”. Su cuerpo es comprado por un científico quien logra devolverlo a vida mediante el reemplazo de sus órganos por unos artificiales. Lo convierte así en una especie de súper humano, que ha vivido y experimentado el más allá y ahora queda destinado a vivir muchísimo más que cualquier mortal. Entre los cambios que le han hecho, han aumentado también su inteligencia, su sensibilidad. su intuición y su comprensión de la naturaleza humana.