La presidenta del Congreso Nancy Pelosi fue poco precisa sobre los próximos pasos a seguir. Lejos de anunciar la formación de un comité específico que investigue una posible destitución de Trump, sostuvo que los seis comités que actualmente investigan al presidente seguirán su trabajo bajo el paraguas de la nueva investigación que ella ha ordenado.
Eso sí, Pelosi advertía de la gravedad de la acusación que pesa sobre Trump, acusado de presionar a su homólogo ucranio para que generase información lesiva contra Joe Biden, potencial rival de Trump en las elecciones del año que viene.
“Anuncio que la cámara de representantes emprende un proceso de investigación oficial sobre una posible destitución. Encargo a los seis comités que procedan con sus investigaciones bajo este paraguas. El presidente debe rendir cuentas. Nadie está por encima de la ley”, sostuvo Pelosi.
Trump reaccionó acusando a Pelosi de acoso y de caza de brujas si bien, internamente, la Casa Blanca considera que un proceso de destitución es una bendición electoral porque movilizará masivamente al electorado más fiel al presidente.
A 14 meses de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020, lanzar este procedimiento, impopular en las encuestas y de resultado muy incierto, representa una apuesta arriesgada.
Such an important day at the United Nations, so much work and so much success, and the Democrats purposely had to ruin and demean it with more breaking news Witch Hunt garbage. So bad for our Country!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 24, 2019
Se necesitan la mitad más uno de los 435 congresistas y dos tercios de los senadores para ejecutar un proceso de destitución presidencial, algo que no ha ocurrido nunca en la historia. Solo dos presidentes de Estados Unidos han sido acusados en la historia: los demócratas Andrew Johnson, en 1868; y Bill Clinton, quien fue denunciado por “perjurio” en 1998 en el marco de su relación con la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky.
El presidente que quedó más cerca de esta situación fue Richard Nixon, que dimitió antes de la votación en sede parlamentaria.
El expediente ucraniano
Bajo presión, Donald Trump finalmente aceptó el martes publicar el contenido de su conversación con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, origen de esta polémica.
Para Joe Biden, de 76 años, quien fue vicepresidente de Barack Obama y es favorito en la carrera demócrata para enfrentarse a Trump en las presidenciales de 2020, el affaire Ucrania es personal.
Los demócratas sospechan que Trump usó la ayuda militar que Washington presta a Kiev para presionar a su par ucraniano para que investigase a Biden y a su hijo Hunter, quien trabajó para un grupo de gas ucraniano desde 2014, cuando su padre era vicepresidente.
Aunque Trump reconoce haber hablado en la polémica conversación telefónica con Zelensky sobre Biden y su hijo, niega haberlo presionado.
En medio de la tormenta, el presidente se empeña en apuntar el dedo acusador hacia Biden. Trump y su equipo tachan constantemente a Biden y a su hijo Hunter de “corruptos”.
La polémica estalló después de que un misterioso denunciante, miembro del servicio de inteligencia estadounidense, informó en agosto a sus superiores sobre una conversación telefónica de Trump con Zelensky.
Según varios medios estadounidenses, la casa Blanca podría autorizar la entrega de su informe al Congreso, en tanto estudia junto a responsables de inteligencia la posibilidad de que el denunciante testifique ante el Congreso.