El destino de los profetas
Oscar Wilde, ese genio de la pluma y la sutileza, desnudó en un par de sus cuentos la
enorme relevancia del reflejo de nuestra imagen sobre nuestra propia vida. El
personaje más conocido es Dorian Grey, cuya eterna juventud dependía del retrato que
guardaba en el sótano. Menos conocido, es el cuento sobre un enanito que era el bufón
de un reino, simpático y dicharachero. Se movía alegre por el palacio siendo motivo de
risas y sonrisas para los cortesanos. La vida transitaba por un lecho de rosas para el
minúsculo monstruo, que era la envidia de sirvientes, pajes y palafreneros quienes, a
pesar de sus arduas labores, no gozaban de los privilegios del bufón real.
Como en tantos otros cuentos este hechizo también tuvo su medianoche. Sucedió una
tarde al promediar la hora del té, cuando un noble imbuido de los más elevados
propósitos – sacar algún privilegio adicional- se presentó con un novedoso regalo para
la princesa: un espejo. Como un verdadero talismán, el objeto brillante concentró la
atención del palacio Uno a uno nobles, siervos y villanos fueron pasando frente a él
descubriendo, casi todos por primera vez, cómo lucia su cara y su físico. Cuando le
toco su turno, el alegre bufón descubrió lo pequeño y deforme de su físico que jamás
había imaginado. Un rayo gélido azoto su rostro, su risa insobornable desapareció para
dar lugar a un máscara de pánico y dolor. Su cara enrojeció haciendo empalidecer los
colores de los oropeles del salón. Permaneció inmóvil, tan inmóvil que los minutos
comenzaron a hacerse más y más extensos. El paje, por sugerencia de la princesa, se
acercó para correrlo, el enano no contestó ni se inmuto, estaba muerto. Su corazón no
soportó el impacto de enfrentarse con su verdadera imagen.
Paradójicamente Oscar Wilde termino siendo encarcelado, precisamente por escribir
sobre la sociedad de su tiempo, aquellas cosas que esa sociedad no deseaba conocer
de sí misma. Tuve el gusto de compartir con él muchas horas durante su estadía en las
gélidas y lúgubres celdas de Reading Gaol. Participar de la sensibilidad de estas
mentes extraordinarias es pura luz.
La enseñanzas del poeta preso
Lo que me transmitía podría traducirlo de esta manera: ¨Elmer, las personas tanto
como las sociedades, ciertamente algunas en mayor medida que otras, luchan por
imponerle al espejo una imagen diferente a la que este está dispuesto a devolver ¨. Tan
frecuentes son estos casos, que nos pasan desapercibidos. Estamos cegados. Nos
resultaría tan irresistible tomar conciencia, como es sostener la vista en contra del sol.
Cuando leemos ¨espejito espejito dime quién es la más bella, narcotizamos la
conciencia, asumiendo que solo se trata de un cuento, sin entender que es la mejor
descripción de nuestra egocéntrica realidad cotidiana.
El ¨poeta preso ¨ estaba inspirado, comenzando a escribir ¨La balada de Reading
Gaol¨, así que preferí dejar libre, en toda su amplitud , la avenida de su percepción. Ya
faltaba poco para que se cumpliera su plazo de vida en este plano -46 años- y
podríamos compartir sin límites.
Quedaron muchas ondas circulando en mi mente. Observé la similitud del concepto de
la aversión al espejo con lo que decía Freud sobre la neurosis. La incapacidad para
vivir el presente por ser rehenes del pasado y esclavos del futuro. En otras palabras la
lucha entre la imagen del deber ser -ego- y lo que somos en realidad -espejo-.
En el siguiente instante me instalé en el atardecer del siglo veinte y la alborada del
veintiuno. Fui empujado por la onda expansiva de las energías esotéricas que
marcan ,como centro del crecimiento humano, la capacidad de mantener bajo control la
tiranía del ego. El que exige al espejo una imagen idealizada. Hoy miles de libros,
cursos, doctrinas y entrenadores concentran sus esfuerzos en ayudar a librar la batalla
para liberar el alma del ego omnipresente.
El recluso de Reading Gaol, anticipó en más de cien años, con peculiar sutileza, los
términos del acceso a la felicidad del hombre. El reino del ahora, la necesidad de una
alianza definitiva con el espejo, o sea la comunión del mundo de las formas con la
energía.
El teorema Royan
Vagando por los tiempos me decía a mí mismo, Elmer este galimatías tiene puntos
oscuros. ¿Cómo puede ser que el hombre rechace la imagen que le devuelve el espejo
y al mismo tiempo viva rodeado de espejos, incluso muchos sufran de la compulsión de
mirase, casi sin solución de continuidad? Entonces apareció Jorge Royan, un
arquitecto con un grado de receptividad exquisita, que supo ser un fotógrafo de primer
nivel internacional. Lo primero que me trasmitió fue ¨yo tengo la pieza que le falta a tu
rompe cabezas ¨. ¨Mi pasión por la fotografía era universal, me gustaba tanto sacar
monumentos, escenas callejeras o retratos. A este último género dediqué mucho
tiempo. Me fuì a recorrer Viet Nam en bicicleta buscando caras distintas para
fotografiar¨. ¨ La foto, así como el dibujo o la pintura, comienzan por un nivel de
observación de los detalles muy superior a la mirada normal. Eso me hizo notar que las
personas construyen una imagen inexistente sobre el espejo pero, como no la pueden
imprimir en la foto, acusan a esta de no reproducir su cara con exactitud ¨.
Jorge mudó su estado tempranamente, – se murió- hace más de cinco años, recién
habiendo inaugurado los sesenta. Esto me facilitó compartir con él, de manera integral,
su hallazgo al que bautizaré teorema Royan : ¨ con frecuencia, las personas reniegan
de su imagen cuando la ven impresa en una fotografía a pesar de ser idéntica a la que
refleja un espejo en ese exacto instante ¨ . Todos escuchamos frases como, ¨en esa
foto me veo eterno, lleno de arrugas, narigón, gordísima, esquelético etc ¨. Como si el
haz de luz que entró por la lente, no fuera el mismo que recibía simultáneamente el
espejo.
Miles de fotos fueron condenas al incinerador debido a su incapacidad para distorsionar
lo impreso a imagen y semejanza del deseo del ego fotografiado.
Perplejo con este descubrimiento, me introduje en el Mundo de Alicia en el País de las
Maravillas donde, una rana gigante , me hizo entender el alma de los espejos, me dijo:
¨con el paso de los siglos aprendieron, por supervivencia, a devolver solo la imagen
que el ego de su usuario está dispuesto a aceptar ¨. Entretanto, una flor de colores, que
exceden la gama del arco iris, me hizo ver lo que hubiera sido de otro modo -la hoguera
de los espejos quemados-, ante las cuales las piras levantadas por la Santa
Inquisición , también motivadas por divergencias en las percepciones, lucirían como
inocentes braceros.
La logia de los Adoradores de la decadencia
Pensé, cuanto más alejadas de su verdadero ser están las personas y las sociedades,
mayor es la contorsión necesaria por parte de los espejos, para sostener la imagen de
lo que creen que son respecto de lo que realmente son. Las personas, pagan esto con
sufrimiento, frustración y caída a niveles más oscuros. Pero cuando el fenómeno
abarca a sociedades enteras las consecuencias son verdaderamente dolorosas.
Un paseo por la historia, me dejo bastante desolado al comprobar el dolor , la
decadencia, el odio, las masacres y las injusticias que produjo la egolatría social.
Creerse una raza superior, un pueblo maravilloso, propietarios de un Dios exclusivo,
estar predestinados al éxito, a la justicia social eterna, o hasta tener el título vitalicio de
campeones morales en cualquier compulsa.
Mirado desde unas décadas más adelante, la situación es aún más desafiante. Los
espejos que producirá la tecnología cósmica mostraran, no solo las imágenes sino las
esencias, y no solo las personas sino las sociedades. Entonces habrá países enteros y
regiones sin el valor suficiente para afrontar la diferencia entre sus ensoñiasiones y lo
que son en realidad.
George Orwell apareció en ese instante para mitigar mi angustia. No te preocupes
Elmer, yo esto lo anticipé hace más de medio siglo. En esos países se van a imponer
los llamados Partidos Populares Orwellianos, conducidos por la logia de los adoradores
de la Decadencia. Sus gobiernos se iniciarán con una Revolución Cultural: la
destrucción de todos los espejos.
Elmer Van Hess