-Sea escueto García, no hay mucho tiempo y tampoco es cuestión de brindar más información de la estrictamente necesaria. Avíseme cuando lo tenga listo.
García se sintió un tanto intimidado por la indicación del Jefe de Sección. Llevaba años trabajando en la redacción del tradicional periódico, y nunca le habían hecho semejante recomendación, que a su juicio escondía una velada critica. ¿Acaso él era un larguero en sus artículos? Intrigado y también para tener una más precisa referencia consultó el diccionario: “Escueto: que es simple, sin adornos, detalles superfluos ni cosas innecesarias…” ¡Suficiente! ¡caramba! ¡qué insulto! Se dijo para sí ¿acaso en sus escritos exageraba el uso del lenguaje? ¿Eran sus comunicaciones un floripondio? ¿Eso estaba insinuando su experimentado superior? Irritado estuvo a punto de exigirle una explicación, pero seria entrar en una absurda discusión, y ya se acercaba la hora del cierre. Mejor al trabajo pensó. Al fin, sentía un gran aprecio por su colega, algo cabrón, pero un tipazo, leal y siempre dispuesto a ayudarlo.
¡Muy bien! ¡Seré escueto! y antes de empezar a vomitar las palabras en la computadora, se terminó de interiorizar del caso. ¡Ja! de película, se sonrió. En plena pandemia otro geriátrico que había convertido el reglamento en un artículo de cotillón. Sin la presencia de un médico y personal especializado para atender a los indefensos y semi abandonados ancianos cuyo principal crimen era seguir vivos. La obvia consecuencia era un tendal de contagios entre la población del instituto. Filas de ambulancias, familiares “indignados”, autoridades ausentes sin aviso. Pero esta vez el caso tenía otros ribetes policiales. Una de las mujeres internadas, y contagiadas, resultó ser la madre de uno de los presos liberados del penal de delitos peligrosos. El reo en cuestión cumplía una condena de prisión perpetua por varios homicidios cometidos con extrema violencia, incluyendo violaciones a varias de sus víctimas antes de ser asesinadas.
Su anciana madre no pudo con el maligno virus y a los pocos días falleció siguiéndose estrictamente el protocolo establecido: cremación y depósito de los restos en morgue, sin presencia de familiares para su propia protección.
Indignado, el ahora huérfano y liberado criminal decidió hacer justicia por manos propias ante la pasividad y morosidad en el accionar de las autoridades judiciales y policiales. Experimentado en el arte del delito, consiguió rápidamente la filiación y datos personales de los dueños y directores del asilo donde su madre había sido culposamente muerta según su mejor entender. Y ejecutó la tarea con la maestría y habilidad de tantos años de experiencia.
La escena del crimen amedrentó aún a los más veteranos peritos y agentes policiales. Una vecina al escuchar horrorosos gritos había hecho la denuncia en plena madrugada. Cuando la delegación policial llegó a la amplia y elegante residencia donde se habían oído los alaridos, se encontró con el cadáver de una joven mujer que mostraba evidentes signos de haber sido abusada antes de ser cruelmente estrangulada. En uno de los baños principales, equipado con un prolijo baño sauna, se hallaba el cuerpo mutilado de un hombre adulto, atado, con los ojos abiertos pero muerto, que indudablemente era el padre de la joven: en sus entrañas un puñal clavado ostentaba un cartel escrito con sangre: mataste a mi madre, mato a tu hija. En la habitación principal sobre una enorme cama matrimonial yacía el cuerpo inerte de quien sin duda era la mujer del hombre eliminado, con una sugestiva proclama atravesando su garganta: “vayan a hacerse los vivos al infierno”.
¡Que locura pensó García! Si el siglo XX fue un Cambalache, a este como lo llamamos: “volvé Discépolo querido, por favor”.
-¡En cinco cerramos García! Se escuchó la voz de su jefe ¿ya está?
– ¡Sí, sí, ahí va! Y escribió: NUEVOS CASOS DE CONTAGIO EN GERIÁTRICOS. SE HALLAN INTERNADOS PARA SU TESTEO Y POSTERIOR TRATAMIENTO. NO HABRÍAN CUMPLIDO LAS NORMATIVAS SUS AUTORIDADES. SERÁN INVESTIGADAS.
Por su parte, luego de compartir la información con su colega de la sección policial, éste escribió: EXTRAÑO TRIPLE CRIMEN EN ELEGANTE RESIDENCIA DE LA CIUDAD. INVESTIGAN LOS MOTIVOS DEL VIOLENTO EPISODIO.
-Bien hecho García, escueto y preciso, sale en plana. Hasta mañana.
García se despidió de su compañero y enfiló por las calles vacías de gente, en un silencio que parecía colmar el lenguaje con el espíritu de la cuarentena. Pero a poco andar brotaron en su interior los familiares acordes que lo acompañarían hasta su hogar: “Siglo Veinte, Cambalache problemático y febril…”
Javier García Labougle