Siempre soñé decirle cuanto la amaba. El mejor momento sería cuando la locomotora a vapor inundara con su nube el puente de la estación. Subíamos los escalones y vi venir la máquina; administré el tiempo para que todo fuera perfecto. Ya arriba, nos paramos uno frente al otro; cuando la locomotora pasó, se lo dije. Fueron unos pocos instantes. Cuando el vapor se disipó, ella había desaparecido…
Abel Cammi