Vení Tomás. Acercate y subí a la silla para poder mirar por la ventana. No tengas miedo que todavía tengo fuerza para poder sostenerte. Ya estás viéndola. ¿Qué te parece? Si, muy grande, tan grande como su historia. Quería que la observes desde acá porque es mucho más imponente. Después la vas a ver desde adentro y la sensación va a ser otra.
Noté que empezaste a dibujar autos y trenes, quizás en un tiempo sólo te interese dibujar globos aerostáticos y perderte entre sus líneas. Bueno, bajemos que tu papá nos está esperando ansioso en la puerta del edificio.
Aprovechemos esta caminata para ir de la mano Tomás que seguro a la salida vas a estar sobre los hombros de tu viejo queriendo tocar el cielo con las manos o algo parecido. Mirá la estatua de ese señor, con esos puños casi realiza una hazaña contra el mejor del mundo. Perdió, pero se ganó el respeto de todos por su grandeza y su guapeza. Tanto es así que le dedicamos una canción que dice “yo soy del barrio, del barrio de la quema, yo soy del barrio de Ringo Bonavena” y que espero que hoy se cante bien fuerte.
Mirá también las camisetas que colgaron los vecinos en los balcones de los departamentos. Observá los bares con sus banderines y sus cuadros. Respirá profundo Tomás y permití que se te llene el alma del aroma de un barrio que es fútbol en cada esquina y en cada parque. Todo esto que estás sintiendo de a poquito te dará la sensación de pertenencia. A cada lugar que vayas, al igual que estos camiones que salen de los depósitos y pasean esos globos fileteados en los espejos, vas a ser parte de esto. De esta historia, de esta gente y de estas calles.
Ya estamos llegando a la esquina donde hay que doblar. Te adelanto, querido Tomás, que vas a sentir un cosquilleo en la panza al ver el “Palacio” y toda la gente caminando hacia allá. Te cuento que esas cosquillas las sentirás por siempre, te lo digo por experiencia. Eso sí, ya de grande necesitarás contener la respiración como lo estoy haciendo yo para no llorar.
Cuando termine todo y salgamos de la cancha, luego de fundirnos abrazados en un llanto interminable, en una unión del alma que trascienda la pelota, tomaré distancia para poder verte festejar junto a tu papá y nos encontraremos en las miradas nubladas. Estoy seguro que será así Tomás. Estoy seguro porque hoy jugamos contra Vélez y, como me dijeron alguna vez, el destino se encarga de poner las cosas en su lugar y de devolvértela chanchita a tus pies algún día.
Ariel Feller