“El gobierno de Maduro ha decidido –no sabemos hasta cuándo- no aplicar controles de cambio, controles de precio, una apertura en los tema de frontera”, explica el economista Asdrúbal Oliveros. “Eso está teniendo un dinamismo en algunos nichos de la actividad comercial. Adicionalmente, el nivel de dolarización está creciendo de forma acelerada, y ese dinamismo está provocando que un grupo de la población que antes no tenía acceso a dólares hoy lo haga, aunque en pequeñas cantidades y esté gastando y consumiendo”, agrega.
La economista Tamara Herrera estima, no obstante, que esta apertura “no ha sido una gracia liberal de Nicolás Maduro”. “Todo ese exceso de control, de regulaciones son los que ahora se han visto por fuerza obligados a ceder, y es la permisividad que hay que dar precisamente para producir”, sostiene.
Porque sin producción y con una economía de puertos, igual en la calle, la gente percibe cambios pero aún no normalización. Hay más producto, pero bolsillos restringidos.
“Antes teníamos pirotecnia, las hallacas, el pan de jamón… todo eso que es tradicional para los venezolanos ya no podemos adquirirlos como antes”, deplora una anciana ante RFI en las calles de Caracas.
“Anteriormente, una persona con su sueldo compraba tres, cuatro harinas. Ahora sólo compra una”, apunta otro venezolano al micrófono de RFI.
“Yo tengo que llevar el sustento para el hogar y para completar tengo que trabajar de taxista. Es una triste realidad, y también una triste Navidad”, señala un trabajador.
En todo caso, hay quienes esperan que la Navidad sea un espacio para compartir en familia, al menos la que quede en Venezuela luego de la migración de más de 4 millones de personas, como calculan las Naciones Unidas.