En La Paz, la bonanza económica que ha vivido Bolivia durante los tres mandatos de Evo Morales es visible. Y los indicadores lo confirman: el PBI se multiplicó por cuatro desde 2006, el consumo ha aumentado y la extrema pobreza se ha reducido. Solo fue posible gracias a los altos precios del gas que exporta Bolivia, critican algunos.
Según el ministro de economía Luis Arce Catacora La nacionalización de los hidrocarburos ha sido clave. “¿Qué hubiera pasado si el precio del gas hubiera sido muy altos pero si el gas siguiera en manos de empresas transnacionales? La plata se hubiera ido fuera de Bolivia. Gracias a la nacionalización, esa plata, cuando los precios estaban altos, se quedó a dentro del país.”
El gobierno de izquierda redistribuyó las altas rentas del gas a través de numerosos bonos: a las personas mayores, a las mujeres gestantes y a los niños que cumplan con el año escolar por ejemplo. También invirtió en empresas públicas y realizó grandes obras como carreteras y puentes.
Además, el Estado boliviano ahorró para mantener el gasto público, aún cuando los precios del gas bajaron a partir de 2014.
Pero el futuro se ve más complicado. Las reservas se están reduciendo y el país se está endeudando. Se han hecho plantas de separación del gas que trataba, de sacar los líquidos del gas. Si no hay gas, esas plantas probablemente no son una buena inversión”, observa afirma José Luis Evia, economista en la Universidad Católica.
Evia comenta también que “se habla mucho del ingenio de San Buenaventura, de refinación de azúcar. Pero se ha construido en una región en la que no hay suficientes cañas de azúcar. La planta de urea del Chapare (en Cochabamba), una versión millonaria en el bastión político de Morales, probablemente tampoco será rentable a largo plazo. Primero necesita gas, y además está situada en un área geográfica muy alejada de los puertos. Las fábricas de cemento están sobredimensionadas”, estima el economista.