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DE MUJER A MUJER | Susana Boechat

Escrito por el 17 julio, 2020

Marta Está de Regreso


Por Susana Boechat

La noche de Buenos Aires era tibia y daba gusto deambular por el paseo LA PLAZA. Se había citado con Alicia en el café del anfiteatro para programar las vacaciones de verano. Pidió como siempre un cortado en jarrita. Sentía verdadero placer en sorberlo de a poco, escuchar la música de la confitería en la que estaba y ver transitar a través de la pared vidriada donde estaba su mesa a actores conocidos que iban o salían de los teatros del moderno complejo cultural. Respiró la noche del viernes con fruición. Como faltaba tiempo para la hora fijada, se entretuvo corrigiendo trabajos de los alumnos. Como una llamarada, con el cabello rojo y la mirada chispeante, llegó su amiga. Se entretuvieron en examinar programas de excursiones; buscaban lo mejor y más barato. Los bolsillos docentes no resistían grandes gastos y ambas soñaban con vacacione idílicas, con palmeras y arenas blancas, lejos de los problemas cotidianos, de los afectos familiares que a veces las ahogaban; abiertas siempre a nuevas posibilidades de amistades, lejos de la Argentina a la que amaban pero donde era tan difícil sobrevivir.
_Alicia, el café aquí es carísimo; cuesta más que en una confitería de la avenida Santa Fe

_Sandra, ¡vayamos a otro lado!

_¡Qué viva que sos! Si nos mudamos,tendré que pedir otro café.

_Quedémonos acá, dijo con aceptación resignada.¡Que le vamos a hacer,si todo es un afano! Pero fijáte quién pasa allí.

Sandra tornó la cabeza y se encontró con el rostro de un galán de telenovela, buenmocísimo ,que les sonreía.

La charla siguió por los carriles habituales: Alicia contando sus nuevas conquistas, las salidas de los sábados, las invitaciones a su amiga para compartir experiencias (visitar salones de tango y aprender a bailarlo bien, ir a reuniones de Solos y Solas en diferentes barrios, pero principalmente Recoleta, Belgrano o Villa Devoto, barrios de gente más pudiente, porque si había algo que la perturbaba, tratando siempre de encontrar un nuevo amor. era el dinero.

_Tenés que ir conmigo a los “Juegos para adultos”, le insistía Alicia.

Si bien eran distintas física y psíquicamente, se parecían en las vidas cortadas por dos separaciones consecutivas, bebiendo la felicidad por cuentagotas gracias al deseo mutuo de beber la vida a bocanadas, con deleite, para degustarla hasta la última gotita.

_Alicia, te dejo un momento,voy al toilette.

Sandra preguntó a la moza por dónde debía ir. Bajó con cuidado los escalones que la separaban del nivel inferior y entró por una puerta gris del costado. Comenzó a sentir una extraña sensación, como de descenso a los infiernos.¿Cuál sería el círculo al que iría a parar? Atravesó una nueva puerta y un largo corredor también gris.Tenía la sensación de haber recorrido muchos metros debajo de la tierra y que no llegaba nunca. Empujó una portezuela negra, de vaivén y se encontró finalmente en el lugar deseado. Pero no estaba sola. Una mujer se maquillaba mirándose en el espejo; era joven y bien parecida. De pronto se hizo la noche y en el pequeño infierno comenzó a sentir unas manos que trepaban por los muslos y la apretaban contra la pared y enseguida una boca húmeda que husmeaba su interior y le recorría toda la piel. Lo inesperado también sucedió, con el grito entrecortado, la piel sudorosa y los labios entreabiertos. Deseaba permanecer en ese infierno placentero pero un “Disculpe, apreté la llave de la luz” la volvió al espacio real. Allí estaba, con el viejo rostro retratado en el espejo; cerca suyo se dibujaba esplendoroso el de una mujer joven, estupendamente maquillada, que le pedía permiso para salir.

Susana Boechat


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