Siento que esta vez es distinto. Que madrugué a todos. Estoy entusiasmado, no voy a andar mintiendo. El ritmo con el que vengo laburando con esto de la compra y venta me da la pauta que la cosa puede funcionar muy bien.
Acondicioné a los apurones un pequeño local aplicándole una mano de pintura verde que me había sobrado de cuando encaré lo de las canchas de paddle. Una lavadita de cara como suele decirse en estos casos. En cambio las sillas, el mostrador y el mueblecito los tenía de la época que puse el video club. Para finalizar, decoré la oficina con unos adornos que no vendí en los tiempos que me la jugué con la regalería.
No me dejé apichonar por lo mal que me fue en esos intentos comerciales. Siempre tuve claro que llegué tarde a todo. O por lo menos lo hice en esas tres oportunidades. Pero como dije ahora es otra cosa. O así lo siento, vaya uno a saber.
En el tema del video club entré como un caballo cuando el que me lo vendió me dijo que era una mina de oro. El muy piola se moría por engrupir a algún otario que pisara el palito y yo pegué el pisotón del campeonato. A los meses me enteré que el quía andaba en el negocio de la importación y sabía de antemano que venía el furor de los DVD.
En lo del paddle, en cambio, fue toda mía y me hago cargo. No entiendo como llegué a pensar que ese juego podría serrucharle el piso al fútbol en este país. La paleta puede entretener en la playa con el mar ahí al costadito pero ni a ganchos rodeada de paredes y rejas.
Con respecto a la regalería puedo explicar el derrumbe en tan sólo cuatro palabras: Todo por dos pesos. Así de corto el tema. Así de noventoso.
Mientras repaso todo esto sigo entusiasmándome con el “negocito”. Miro como la gente hace fila en la vereda y pienso si no tendría que tomar a alguien más además del personal de vigilancia que tuve que sumar sí o sí por el matete de los fines de semana.
No somos muchos por estos días los que podemos pensar en contratar gente digo para mis adentros. Eso me genera una sonrisa que se desdibuja rápidamente cuando alguien que está en la cola me grita que no lo haga perder más tiempo. Si bien los barbijos atentan contra la interpretación de lo que oímos esta vez escuché bien clarito todo, tanto el “¿Por qué no te apuras?” como el “¡Salame!” que vino después.
“¿Le anda sobrando el tiempo y se enoja porque tiene que esperar un poco para que lo atiendan? Si me decís que es de los que vienen a comprar porque lo necesitan con urgencia es entendible ¡pero viene porque le sobra hermano!” pienso automáticamente.
Volviendo específicamente al tema de los fines de semana, el tema es el bardo es que el local se llena de gente. Entre los que se acercan a vender tiempo abundan los futbolistas que no necesitan parar la olla haciendo otros laburos, árbitros que no dirigen por estos días, hinchas que no pueden ir a insultar a esos referís y vendedores de garrapiñadas. Ya a la nochecita, y a falta de recitales, empiezan a caer músicos de todos los estilos y también fanáticos de todos los palos.
No puedo negar que por esta diversidad los sábados y los domingos se pica mucho el ambiente y eso me puso en la obligación de contratar una persona para la seguridad como conté antes.
Por ahora la venta fuerte viene por el lado de los que se engancharon con las series y necesitan tiempo para terminar de ver las temporadas lo antes posible para así empezar con una nueva. O por los padres que vienen porque sus hijos se fueron de mambo gastando su tiempo en las redes sociales y ahora les falta para terminar la tarea. A veces pienso que los mayores me dicen eso pero en realidad el tiempo se les voló en las redes a ellos y ahora lo necesitan para terminar sus actividades de Home Office o para charlar en la mesa. Yo les sigo el tren porque esto es un negocio pero tengo ganas de decirles que vayan a mentirle a otro, que a este gil ya lo engrupieron una vez y no va a volver a pasar.
Por ahora los analistas de mercado no nos nombran aún como uno de los sectores más favorecidos por el tema de la pandemia. Quizás se deba a que somos un rubro incipiente o que aún estoy yo solo en este tema. Si es así sería más adecuado expresar “no me nombran” a “no nos nombran”. Eso no lo sé con exactitud. La verdad es que al ser todo tan nuevo tengo muchas dudas, muchas…
Pegarla con un negocio es cuestión de tiempo. Esa es mi única certeza.
Ariel Feller