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Vivian Galban, oda a la espera En tiempo real

Escrito por el 18 febrero, 2024

 Por Florence Baranger

 

La historia de Tiempo real, que se expone hoy en la Fundación Larivière, comienza en el 2018 cuando Vivian Galban imagina crear una cámara oscura en la galería Rolf Art. Galban –que además es arquitecta– no le teme a las dificultades técnicas ni materiales. Exposición en tiempo real (2019) representó, en ese sentido, un reto indiscutido, comenzando por la construcción del dispositivo y la instalación de una camera obscura a escala humana que abarcó el espacio de la galería durante todo el transcurso de la exposición.

La invitación convocaba al “inicio del proceso de la muestra”, promocionándola de la siguiente manera: “Exposición en tiempo real es la primera muestra relacional de la galería”, un “trabajo de experimentación e investigación respecto del soporte analógico en la contemporaneidad”.

El término “relacional” se refería al proceso de interacción entre el visitante que ingresara al espacio y la obra de la cual se lo invitaba a participar siendo retratado y, a continuación, revelada su imagen mediante un proceso analógico en tiempo real in situ. Las fotografías producidas durante la experimentación –que la artista ya denominaba “documentos” y no retratos– comenzaron a ser exhibidas sobre una pared vacía al comienzo de la exposición, pero que se iría completando con el paso del tiempo, construyendo el montaje final de un mosaico de rostros en blanco y negro. De modo que la obra sería el resultado de un proceso de construcción con la participación del público.

Sin duda, Galban logró su cometido en todos sus aspectos, ya que Exposición en tiempo real fue reinstalada meses después en BA Photo (2019) y recientemente en Paris Photo (2023).

En esta nueva edición, Tiempo real (ya sin “Exposición”) viene acompañada de la curaduría de Raúl Flores y tiene lugar en la sala 2 de la Fundación Larivière de Fotografía Latinoamericana, que inicia así su programación de 2024.

La inauguración el sábado 9 de marzo fue literalmente una fiesta: confluencia de públicos diversos que pacientemente esperaban ser invitados a ingresar, en tandas de seis, al dispositivo completamente a oscuras para presenciar el proceso del revelado de la persona que acababa de ser fotografiada por la artista.

En Tiempo real, Galban recupera la función ritual del arte y restituye el aura a la obra de arte por el carácter único de cada experiencia y cada imagen transformada en documento de ese instante, el hic et nunc que había perdido. Hay algo sagrado en el protocolo de cada consigna impartida por la artista al visitante. Hay algo de juego también en ese cuarto oscuro y la imagen develada. El juego que remite a una infancia en la que precisamente se disponía del tiempo necesario para jugar. Y todo esto es lo que nos devuelve Vivian invitándonos a ser parte de su obra.

En esta oportunidad, Galban vuelve a insistir en que no se trata de retratos, sino de “huellas”. Y una vez más, nos maravillamos al observar la magia del proceso del revelado y la maestría de la artista para detener o prolongar el proceso de laboratorio y así lograr el efecto deseado, aunque siempre azaroso.

El filósofo coreano Byung-Chul Han es autor de El aroma del tiempo, el arte de demorarse. Aborda la relación del hombre con el tiempo y es una crítica a lo que sucede en la contemporaneidad caracterizada por la fugacidad, por la impaciencia que no tolera la espera. Esa aceleración que signa nuestro tiempo y que Han llama “disincronía”, porque el tiempo ha perdido su cualidad narrativa. A destiempo de esta realidad, Tiempo real es una invitación a detenernos y experimentar una espera dotada de sentido. Pero, además, el espectador no solo se convierte en obra al ser fotografiado, sino que su participación lo hace formar parte de una narración artística.

¿Dónde empieza y termina la obra? Podría decirse que la obra es la idea, si la pensamos como una obra conceptual cuya tensión reside, por ejemplo, en la vuelta a lo analógico en uno de los espacios más contemporáneos de la escena artística local, como lo es la Fundación Larivière, emplazada en el corazón del barrio de La Boca. La obra podría consistir igualmente en la minuciosa construcción de la camera obscura –concebida y diseñada al milímetro por la artista. Pero también podríamos poner de relieve el aspecto performático y performativo del protocolo, las instrucciones precisas que el visitante debe atender para ser fotografiado: mirar un punto fijo, detener la respiración durante cuatro eternos segundos sin parpadear, ingresar a la cámara oscura para presenciar la fascinación del revelado, aceptar el resultado que no podrá ser editado; en definitiva, aceptar un regreso a la vida “sin filtros”. La obra es, entonces, experiencial. Pero la lista podría extenderse, considerando la obra el resultado de la performance, es decir, el mosaico de retratos que la artista va componiendo en la pared. En síntesis, Tiempo real es una instalación performática, una invitación a experimentar y detenernos en el presente a contramano de la vorágine que nos consume, una vuelta a lo analógico en la era de lo digital.

Vivian Galban expone Tiempo real en la sala 2 de la Fundación Larivière hasta el 24 de marzo en Caboto 564, la Boca. Podrá visitarse de jueves a domingos de 12 a 19 horas. Los jueves, viernes y sábados de 12 a 17 horas la artista estará operando la cámara oscura en vivo, centrando su convocatoria en amigos y vecinos a fin de conformar un registro de quienes habitan y recorren el territorio de La Boca.

 

 


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