“Resurrección” Deslumbrante Malher en la apertura de la temporada, en la Rural.
Escrito por Nicolás Ciancaglini el 9 marzo, 2023
Por Magdalena Faillace
“Resurrección”, la magnífica Sinfonía Número 2 de Gustav Malher, convertida en conmovedor espectáculo, fue el comienzo auspicioso de la temporada del Teatro Colón, y del sinnúmero de actividades culturales y sociales programadas en el marco de la celebración de los 40 años de recuperación de la democracia en la Argentina.
Un caballo blanco, símbolo de la libertad y las pasiones, cruza el escenario de 53 metros de frente, cubierto con toneladas de tierra húmeda, en el comienzo de la obra, y al husmear, descubre un cuerpo humano, abriendo paso a lo que vendrá. Los vivos, con sus manos, des-en- tierran a los muertos, en un ritual que, por lo reiterativo, cobra cada vez más fuerza.
El sentido de esta ceremonia convertida en espectáculo tuvo seguramente una pluralidad de significados o connotaciones para los espectadores, aunque el desenterramiento de esos muertos anónimos conlleva de manera casi inevitable una alusión a los desparecidos de la dictadura militar del ´76, la más cruenta de nuestra historia reciente. Pero “Resurrección” excede absolutamente toda intencionalidad política, porque remite a un hecho ontológico, también religioso, el de la trascendencia más allá de la muerte. El espectáculo montado en el Pabellón Ocre de la Rural, un ámbito tan ajeno a esa luminosa caja de resonancia que es la sala del Teatro Colón, lo transformó en algo más parecido a una catedral, por el poder de la música de Malher, bajo la batuta mágica de Charles Dutoit y la puesta en escena, con momentos impactantes, de Romeo Castellucci, un director artístico consagrado por celebradas puestas en los mayores teatros de las capitales europeas.
La música de Malher y esta potente escenografía montada en un ámbito tan atípico lograron el objetivo de llevarnos por momentos a las cumbres de lo sublime, que las sinfonías del compositor rozan con frecuencia. Además – y esto no es un mérito menor- no hay en todo Resurrección” alusiones o imágenes cargadas de intencionalidad política que distingan a “unos” y “otros”. Por el contrario, se convoca a la diversidad del público a comulgar en esa Resurrección que, como la muerte, despoja a las criaturas de identidades personales, diferencias sociales, económicas o ideológicas, en la unidad de lo humano, con la desnudez que nos hace iguales, como lo planteaba ya la literatura medieval.
De esta manera, desde la Belleza (¡sí, mayúscula!) a la que nos elevan la música de Malher y esta inédita puesta escenográfica, “Resurrección” convoca a trascender las contingencias circunstanciales y las pequeñeces de la cotidianeidad, en un espíritu de celebración plenaria que nos una como argentinos. Magnífico comienzo de una temporada en la que toda la oferta cultural, seguramente, nos sorprenderá con lo mejor de nuestra cultura, en este año de conmemoración de la democracia.