En la capital austríaca de Viena, Kipchoge, con una camiseta blanca, comenzó el desafío a las 08h15 locales (06h15 GMT) y recorrió algo más de cuatro veces un circuito llano de 9,9 km.
«Me siento bien, mi objetivo era hacer historia. (…) Lo he intentado y soy el hombre más feliz en correr por debajo de las dos horas para inspirar a mucha gente, para decirle a la gente que ningún ser humano tiene límites», dijo el atleta al micrófono de los organizadores tras su hazaña, que compara con «caminar por la Luna» por primera vez.
El desafío, que tuvo lugar en la antigua reserva de caza del Prater, en el centro de Viena, no se libró de las críticas, al ser considerado por algunos como un evento más mediático y comercial que deportivo.
La patrocinadora de la prueba es la multinacional petroquímica británica Ineos, cuyo propietario es el multimillonario británico Jim Ratcliffe, que en los últimos meses ha hecho del deporte su nuevo campo de inversión.
Solo las cámaras del organizador estaban autorizadas a filmar la carrera, presenciada por numerosos espectadores, incluido el cuatro veces ganador del Tour de Francia y líder del equipo ciclista Ineos Chris Froome.
Para situar al campeón en las mejores condiciones, el patrocinador no ha dejado nada al azar: tres meses y medio de preparación del trazado, un recorrido asfaltado para no presentar imperfecciones, una pista probada con un software de simulación, un día y un horario elegidos en función de que las condiciones meteorológicas fueran favorables (temperatura, tasa de humedad, calidad del aire)… Incluso la caída otoñal de las hojas de los árboles ha sido controlada de cerca.
Debido a esas condiciones particulares la carrera no fue homologada por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF).
Para llegar a esta hazaña, Kipchoge se benefició de la ayuda de 41 ‘sherpas’ de élite, como el campeón olímpico en 1.500 m Matthew Centrowitz o dos de los hermanos Ingebritgsen, que reinan en el medio fondo y fondo europeo.
Como si fuera un presidente saliendo a correr rodeado por sus guardaespaldas, la superestrella keniana (1,67 m, 52 kg) se benefició de un ritmo regular en torno a los 2 minutos 50 segundos por kilómetro, asegurado por las liebres que se relevaron por grupos de siete a su alrededor cada 5 kilómetros. Un vehículo por delante de ellos les marcaba el ritmo.
Todavía resollando, Kipchoge honró la memoria de otro mito del atletismo: el británico Roger Bannister, primer atleta en correr la milla (1.609,34 m) en menos de cuatro minutos en 1954: «Luego de que Roger Bannister entrara en la historia en 1954, han hecho falta 63 años para intentarlo y no lo conseguí».
Y es que en mayo de 2017, en el circuito de Monza (Italia), Kipchoge se quedó a 25 segundos de bajar de las dos horas, en un evento similar organizado por patrocinadores.
«He seguido el mismo entrenamiento, mi equipo es el mismo, pero he mejorado mi capacidad mental», había explicado antes del intento. «Me siento mejor preparado y tengo confianza».
El keniano es uno de los más grandes corredores de todos los tiempos, presentado en sociedad con su victoria en los 5.000 m en los Mundiales de París en 2003. Vencedor del maratón de los JO de Rio-2016, Kipchoge apenas ha sido derrotado en esta distancia desde 2013. En esta ocasión decía querer «correr por la historia». Ha entrado en ella definitivamente este sábado.