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RECAPITULANDO A ROBERTO | Marcelo Medone

Escrito por el 23 julio, 2020

RECAPITULANDO A ROBERTO


Por Marcelo Medone

Llegó Bautista, angustiado, lo vio a su abuelo y se le estrujó el corazón, se le acercó, le tomó la mano y se puso a llorar sobre su pecho, se quedó así una eternidad. Pasaron los minutos. Sonó el teléfono de nuevo. Sonó el teléfono. Sonó el teléfono. Se hizo de noche. Pasaron las horas. Pasaron las horas. Pasaron las horas. Quedó con los ojos abiertos, sin poder ver el mundo. Dio dos pasos vacilantes y cayó sobre la alfombra. Luego de desayunar, sintió una puntada en el pecho, se puso pálido, no podía respirar. El viernes se despertó intranquilo, tenía un mal presentimiento, estaba solo. El jueves lo controló su médico. Le dieron el alta el miércoles. Carla lo besó en la frente y le sonrió, él le devolvió la sonrisa, María Julia los miraba desde lejos. Llegó Bautista, angustiado, lo vio a su abuelo y se le estrujó el corazón, se le acercó, le tomó la mano y se puso a llorar sobre su pecho, se quedó así una eternidad. Despertó en Unidad Coronaria. Llegó a tiempo al sanatorio, fue directo a quirófano. Carla llamó a la ambulancia, angustiada. Luego de cenar, sintió una puntada en el pecho, se puso pálido, no podía respirar. La pasaron bien, juntos, conversaron un largo rato, se rieron, se abrazaron. Está buena, probala. Tenés razón, la tarta tiene buena pinta. No seas testarudo. Pero a mí me encanta cocinar. Así no cocinás le dijo Carla. Carla apareció con una tarta, una botella de vino y un postre.  La llamó a Carla, le contó que estaba triste y que necesitaba conversar con alguien. Sintió un dolor en el hombro. Esa tarde, corrió las macetas del balcón, estaban pesadas, le costó moverlas. Le costaba salir con alguien, con la edad se había vuelto más exigente. A María Julia no la veía nunca, pero se acordaba de ella. Esa vez se abrazaron. El sexo siempre había sido un tema tabú entre ellos. Bautista le confesó que era homosexual. Lo invitó a Bautista a quedarse a dormir, la pasaban bien juntos. A Carla no la veía casi nunca, pero se acordaba de ella. No duraron mucho. Tuvo algunas novias. Le enseñó a Bautista a tocar la guitarra, le contó de Pink Floyd, de Jimi Hendrix y de Bob Marley, no le contó ni de la marihuana ni del ron cubano. Cantaban juntos. Jugaban juntos. Le sacaba muchas fotos. Bautista crecía rápido, lo veía bastante seguido, a veces lo llevaba al parque. Vas a ser abuelo le anunció Carla, se llamará Bautista. Carla estaba cada vez más grande y bonita. Empezó a cocinar platos más rebuscados, lo hacía bastante bien. Se compró varios libros de cocina. Se mudó a un departamento más chico, llenó de plantas el balcón, le gustaban las aromáticas, tenía buena mano con las plantas. No le alcanzaba la plata, vendió los discos de Pink Floyd. Se mudó a un departamento, se llevó unas pocas plantas, las puso en el balcón. Se endeudó. No le alcanzaba la plata, vendió todos sus discos, menos los de Pink Floyd. Vendió el auto y se compró uno viejo, vendió su Rolex, dejó de usar reloj. María Julia le reclamó más plata. Empezó a cocinar, lo hacía bastante mal, pero estaba seguro de que lo hacía mejor que María Julia. Empezó a trabajar por su cuenta desde su nueva casa. Se mudó a una casa chica. Se divorció de María Julia. Le sacaba muchas fotos. La veía todos los fines de semana. Era muy bonita. Carla crecía rápido. Resultó ser una niña. Se separaron a los pocos meses, María Julia estaba embarazada. Las discusiones comenzaron en la luna de miel. Se casaron al año. María Julia lo acompañó en el dolor. Una semana después de recibirse, falleció su madre, al día siguiente, su padre se suicidó. Cambió el auto por uno nuevo, se olvidó de que iba a cambiar al mundo, se cortó el pelo, se compró un Rolex, María Julia estaba feliz. Se compró un auto usado, empezó a ganar más dinero. Entró a trabajar como ayudante en un estudio de arquitectura, empezó a ganar dinero. Algunas noches tocaba la guitarra en un pub, María Julia lo miraba desde lejos. Se puso de novio con María Julia, descubrió que el sexo podía ser aburrido. Entró en la Facultad de Arquitectura, la conoció a María Julia en la primera clase. Ese fue un mal momento. Se peleó con ella. Se desenamoró tristemente de su mejor amiga. Ese fue un buen momento. Se acostó con ella. Se enamoró alegremente de su mejor amiga. Aprendió a tocarla, lo hacía muy bien. Se compró una guitarra eléctrica, de las caras. Después, se olvidó de ella. Rompió con su primera novia, al principio, la extrañaba y hablaban cada tanto. Empezó a trabajar durante las vacaciones para pagarse sus gustos. Descubrió la marihuana y el ron cubano, descubrió que el sexo podía ser divertido. Formaban una linda pareja, hablaban de filosofía y veían películas de Woody Allen. Tuvo su primera novia. Aprendió a tocarla, lo hacía bastante bien. Le regalaron su primera guitarra: una acústica, de las económicas. Le gustaba cantar. Leyó a Neruda y quiso ser poeta, leyó Cien Años de Soledad y soñó con ser escritor. Leía libros que nadie más leía, se sentía especial, descubrió a Hermann Hesse, a Sartre y a Marx, se prometió que iba a cambiar al mundo, se dejó el pelo largo, se compró un sahumerio, estaba feliz. Pegó posters de músicos junto a las chicas sensuales. Descubrió a Pink Floyd, a Jimi Hendrix y a Bob Marley. Cumplió quince años casi sin darse cuenta. Pegó fotos de chicas sensuales en las paredes de su habitación. Aprendió a tocarse y le gustó. Se puso desafiante con sus padres, decía “NO” a todo. Le empezó a salir la barba, le cambió la voz, de pronto se dio cuenta de que se había vuelto torpe, le costaba reconocerse en el espejo. Tuvo una infancia feliz. Le gustaba dibujar, dibujaba autos, se conocía todas las marcas y modelos, llenó de dibujos las paredes de su habitación. Escribió su nombre prolijamente en el cuaderno: ROBERTO. Su madre lo acompañó entusiasmada en su primer día en la escuela. Le gustaba cantar. Le gustaba jugar. Le gustaba dibujar, dibujaba dinosaurios, se conocía todas las especies, llenó de dibujos las paredes del aula. Su madre lo acompañó entusiasmada en su primer día en el jardín de infantes. Se puso desafiante con sus padres, decía “NO” a todo. Crecía muy rápido. Siguieron sacándole fotos. Dio dos pasos vacilantes y cayó sobre la alfombra. ¡Ya quiere caminar! exclamó su abuela. Aprendió a reconocerse en el espejo, aprendió a decir “MAMÁ”. Probó por primera vez la papilla y le gustó. Un día, tuvo fiebre y respiraba mal, el pediatra les dijo que era una bronquiolitis, tardó dos semanas en recuperarse. Le salieron sus primeros dientes, todavía tomaba pecho. Le sacaron muchas fotos. Conoció su casa, tenía un dormitorio muy bonito. A los dos días les dieron el alta. Pero, ¿está bien? preguntó su padre. Su madre lloraba de alegría. ¿Qué nombre le van a poner? preguntó el médico. Se puso a llorar sobre el pecho de su madre, tenía frío, su madre lo abrazó, dejó de llorar. Después del último pujo, abrió los ojos y vio el mundo.

Marcelo Medone


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