El presidente ruso Vladimir Putin siempre ha aspirado a evitar un choque directo entre Siria y Turquía, mientras que la prioridad de Damasco ha sido recuperar el control sobre todo el territorio sirio.
Para el mandatario Bashar al-Asad, la incursión turca es una violación de su soberanía nacional. La entrada de tropas sirias en territorio antes controlado por los kurdos es un éxito de Putin.
Luchando contra Turquía en el norte, y sin un protector después de que Donald Trump ordenó que el ejército estadounidense se fuera, los kurdos quedaron en una situación de debilidad. Sus líderes habían mantenido conversaciones con funcionarios rusos en los últimos días sobre los términos de su pacto con Damasco.
Todo esto le da al Kremlin un liderazgo indiscutible en la configuración del futuro de Siria, reforzando la imagen del presidente ruso en el Medio Oriente.
Putin ya forjó una asociación con Irán, creó una alianza petrolera con Arabia Saudita y estableció estrechos vínculos con el presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi. También ha cortejado a Erdogan con armas. Ahora, Irán y Rusia son las potencias extranjeras dominantes en la zona.