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La sala Alejandro Bengolea, en la Colección Amalia Fortabat

Escrito por el 28 octubre, 2018

Por muchos motivos, la reapertura de la Colección Amalia Lacroze de Fortabat, nahora con su nuevo logo Colección Amalita, marca un antes y un después en el magnífico edificio de Puerto Madero. En primer lugar, la relectura de la colección, una extensa pinacoteca formada a imagen y semejanza de la coleccionista, encuentra en la mirada del curador Marcelo Pacheco una nueva hoja de ruta.

En el primer tramo de la recorrida, los retratos familiares que conformaban un corpus más intimista, ha dejado paso a las obras maestras del arte internacional de todos los tiempos. Tres pinturas emblemáticas y un retrato de Andy Warhol testimonian la notoriedad pública de una pinacoteca privada a fines del siglo XX.

Punto de partida es el soberbio Turner del período veneciano. Una vista de la plaza de San Marcos desde una terraza vecina, en una noche de fiesta iluminada por fuegos de artificio, que le prestan al genial J.M.W. Turner la oportunidad de jugar con la luz incandescente y lograr esa atmósfera satinada que solo él domina con maestría. Completan el trípode inicial La Torre de Babel y El censo de Belén, famoso Brueghel costumbrista cargado de mensajes bíblicos.

El orden cartesiano de Pacheco en la selección, determinó la ubicación de las piezas de arte internacional en la primera sala, presidida por La edad de Bronce, de Auguste Rodin , quizás la escultura más sensual que haya salido de manos del gran escultor francés, subrayada en este caso por una exquisita pátina.

Esta introducción se completa con piezas de arte egipcio, una soberbia pintura del chileno Matta y piezas antológicas elegidas a tono con el gusto ecléctico de Amalita.

Una suerte de prólogo para la gran novedad de la reapertura que es la Sala Alejandro Bengolea, en homenaje al nieto mayor de la fundadora del museo diseñado por Rafael Viñoly frente al dique de Puerto Madero. Alejandro fue el nieto mimado y su mano derecha en Loma Negra, antes deque la debacle de 2001 pusiera en rojo las finanzas de la compañía. Un cáncer implacable terminó con la vida de quien todavía tenía todo por hacer. La sala es un merecido homenaje a su mirada de coleccionista.

Es interesante descubrir cómo supo aventurarse en lo nuevo, en los bordes y en los límites el joven Bengolea que había nacido en 1964, momento liminar para el rte argentino. Es un conjunto atípico, su segunda colección personal, de la que Marcelo Pachecho ha hecho una ajustada y virtuosa selección. Allí están obras notables de Noé, Greco, Macció, Marcia Schvartz, Sebastián Gordín, Pablo Suárez, Alberto Heredia, y Gumier Meier, entre otras firmas de gran calado.
Como le gusta decir a Marcelo Pacheco, la colección de Amalita es una colección de “tensiones”. Del mágico Turner veneciano, a la instalación de la Difunta Correa de Berni; de los arlequines de Pettoruti,a la personalísima estética de Xul Solar y a la geometría concreta de Lozza.
La recorrida depara sorpresas. El premio adicional es la sala de los Premios Fortabat, que se realizaron entre 1984 y fines de los noventa. Esa reunión de notables resalta la expresión del deseo de Amalia Lacroze de Fortabat por ser testigo del arte de su tiempo. Lo fue.

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