Esto fue lo que hicieron Francia y México en el primer diálogo de la diplomacia cultural que tuvo lugar el pasado 8 de noviembre en la Casa de la América Latina en París, organizado por la secretaría de Relaciones Exteriores de México y la Embajada de México en París.
Las máquinas no son «inteligentes» pero sí pueden aprender a reconocer patrones en volúmenes de información gigantescos, superando las capacidades del cerebro humano. La aplicación de la inteligencia artificial en el ámbito de la cultura abre por eso grandes perspectivas.
Diego Jiménez Badillo, investigador del Instituto Nacional de Antropología Histórica de México, explicó que Francia y México «tienen problemáticas comunes, entre otras, la preservación de documentos y la transcripción automatizada de manuscritos antiguos».
En lo que concierne los documentos históricos que datan de hace varios siglos, los historiadores por lo general invierten mucho tiempo en el estudio de manuscritos antiguos porque el estilo de la letra y las convenciones ortográficas han cambiado. Este es un problema que tienen no solo Francia y México, sino también otros países.
«Gracias a la inteligencia artificial, se puede lograr que escaneando un documento, la máquina reconozca el manuscrito y lo transfiera a un archivo informático legible tipo Word, por ejemplo», agrega Jiménez.
Ésta es una de las iniciativas en la que los dos países pueden desarrollar programas de cooperación y que fueron evocados durante el encuentro.
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