Fin y principio
Escrito por admin el 21 agosto, 2018
Grecia cerró el tercer programa de rescate recibido de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y abrió una nueva etapa en la que volverá a financiarse por sí misma pero bajo estricta vigilancia. Si bien el escenario es más positivo que en el 2015, esto no implica una victoria pues el tamaño de la economía griega se ha reducido un 25% y su deuda pública aún equivale al 180% de su PBI.
La depresión griega
La crisis empezó a fines de 2009 y fue el producto de irregularidades financieras y malos manejos de sus gobernantes. Durante los años 2000 y 2009, Grecia gastó muy por encima de sus posibilidades y para el 2009 tenía un déficit del 13.6% y una deuda que superaba el 113% de su PBI. Estas deudas iban en contra del Pacto de Estabilidad de la UE, según el cual el déficit público no puede superar el 3% y la deuda debe estar por debajo del 60%.
Para ocultar estos datos, el Gobierno del conservador Costas Caramanlis, con el aval de Wall Street, manipuló estadísticas oficiales y cometió irregularidades sistemáticas que fueron denunciadas posteriormente por un informe de la Comisión Europea. El 8 de diciembre de ese año la magnitud de la deuda hizo que se desplomasen la bolsa y los bonos de Grecia, y Bruselas dio su primer toque de atención al Gobierno griego por la posible repercusión que ello podría tener en la Eurozona.
Grecia volverá a financiarse sola bajo estricta vigilancia
En tres planes sucesivos, en 2010, 2012 y 2015, Grecia recibió la mayor asistencia financiera de la historia: 289.000 millones de euros (unos 330.000 millones de dólares) en préstamos del FMI, la Unión Europea y el Banco Central Europeo. A cambio tuvo que llevar a cabo duras reformas que le hicieron perder un cuarto de su PBI en ocho años, llevando el desempleo hasta el 27,5% en 2013.
Hoy, bajo estrictas medidas de austeridad, existen datos económicos positivos: la tasa de desempleo en mayo pasado fue de 19,5% significa que, por primera vez en siete años, esta tasa se sitúa por debajo del 20% y queda lejos del 28% alcanzado en los peores momentos de la crisis. El país ha dejado atrás la recesión y ha pasado de una caída del PIB del 5,5% en 2010 a crecer un 1,4% en 2017, y el déficit público del 13,6% que alertó a la UE en 2009 ha dado paso a un superávit del 0,8%.
Si bien en cifras existe una mejora, la población la experimenta lentamente: los ciudadanos griegos han visto reducirse a la mitad su poder adquisitivo. Las ofertas de trabajo son, en su mayoría, a tiempo parcial, y cada vez más gente tiene que vivir con el salario mínimo de 586 euros mensuales.
Por lo pronto y a pesar de que Grecia volverá a asumir el control de su destino tras ocho años bajo la tutela de los acreedores, seguirá sujeta hasta 2022 a una estrecha vigilancia, y cada tres meses deberá rendir cuentas de su situación financiera, en lugar de hacerlo de forma semestral como ocurrió con los otros países que se acogieron a un rescate.
Después Portugal, Irlanda, España y Chipre, Grecia era el último país de la zona euro que seguía bajo el programa de asistencia instaurado durante la crisis.
Jóvenes y jubilados entre los más afectados
Grecia ha vivido un enorme éxodo de su población joven: más de medio millón de griegos abandonaron el país en busca de mejores oportunidades. Una sangría importante en un país que ahora pretende resurgir de sus cenizas, para lo que necesita capital humano.
Los jubilados quienes eran hasta hace poco el sostén de muchas familias golpeadas por el desempleo, han perdido alrededor del 40% de sus ingresos, y tres cuartas partes de los pensionistas tienen que vivir con menos de mil euros al mes.
RFI
Crédito de la foto: REUTERS/Yannis Behrakis