El relojito suizo del Arte
Escrito por admin el 20 junio, 2018
por Alicia de Arteaga
Según la influyente revista Art News, Suiza es la tierra de los tres besos y de los cien bancos. Con una población de 8,5 millones de personas, igual que la de Nueva York, ha montado la mejor feria del planeta: Art Basel. Fue fundada por el gran coleccionista suizo Ernst Beyeler, para disputarle la plaza a Colonia y a Paris. Misión cumplida. Beyeler no está más, pero la feria es un éxito en todos los frentes. Tiene una sucursal en Miami Beach destinada al mercado latinoamericano, y otra en Hong Kong, plaza favorita de los orientales. El domingo, la edición 2018 cerró con 100.000 visitantes y una facturación de 165 millones de dólares.
¿Cuál es la clave de este suceso planetario? El relojito suizo del arte funciona con un engranaje imbatible: la credibilidad. A la hora de comprar una obra de arte la confianza es el mejor activo. Simple: el precio de una pintura, una escultura o una instalación no es un valor intrínseco, sino el resultado de una convención fijada entre el que vende y el que compra, de acuerdo con categorías subjetivas. No se cotiza igual una pintura de Van Gogh del período holandés, que los paisajes inundados de luz, que pintó en Arlés cuando descubrió el sol del sur de Francia.
Durante 6 días, Basilea, Bale o Basel, una pequeña ciudad ubicada en la triple frontera de Francia , Suiza y Alemania, concentra la mejor y mayor oferta de obras calidad museo del mundo. Es súper riguroso el expertise de la conducción para aceptar una nueva galería y, hay que decirlo, es una feria cara.
Digamos que no es igual estar en Suiza, que en la versión Miami Beach, con sus daiquiris y la docena de ferias satélite. Miami Beach resulta una fiesta muy animada para el jet set del arte, pero la crème de la crème elige Basel y elige llegar al aeropuerto (instalado en un terreno alquilado a Francia porque la Confederación Helvética es muy pequeña y montañosa) en su propio Lear Jet.
La otra cuerda del relojito es la transparencia. Un equipo de prensa muy aceitado informa a diario qué se vendió y a cuánto. Mientras duró la feria, Yun Lee me informó al cierre de cada jornada las ventas destacadas del día. Desde el Sol Lewitt de 1,5 millón de dólares, hasta los 14 millones pagados por un cuadro de Joan Mitchell, norteamericana integrante de expresionismo abstracto, fallecida en 1992, cuya obra esperaba el espaldarazo para llegar a los niveles de un Pollock, De Kooning, Jasper Johns y los otros. Y, como ésta es la hora de las mujeres, el impulso llegó en mayo en Christie’s con un récord de 15 millones. Ya está en carrera.
Lo que está en carrera, y sin necesidad de volar a Suiza, es Art BaselCities, un acuerdo firmado entre la Ciudad de Buenos Aires y la feria suiza, para extender su manto de prestigio sobre la capital de los argentinos.
Circula en el ambiente que esta operación de branding le costó a la gestión de Horacio Rodríguez Larreta una suma de seis ceros en dólares. Hasta acá, hubo visitas, cocteles, charlas, discursos y la promesa de una semana Art BaselCities en septiembre, con la curaduría de Cecilia Allemani, que dirige el programa del high-line en NY . El plan de Allemani promete sacudir los cimientos de la escena local.
Por lo pronto, el sistema dropping names ha comenzado a funcionar. El primero de la lista es Mauricio Cattelan, un artista acostumbrado a codearse con el escándalo.
A esta altura,corrida cambiaria y dólar sísmico de por medio, los efectos de este acuerdo con la marca suiza han entrado en zona de turbulencia. ¿Valió la pena? Sería la pregunta del millón hoy. Y será la pregunta que le haré en una próxima edición de Mejor te cuento a Diego Ravidoy, el hombre cercano al jefe de Gobierno que condujo desde el vamos el proyecto Art BaselCities.