Tras varios años de silencio y un largo proceso, la justicia decidió condenar con penas de más de cuarenta años de cárcel a dos sacerdotes del internado por abuso sexual y violación y a un jardinero que trabajaba allí por abuso sexual.
“Diez años antes de que empezara todo esto de la investigación, mi hijo ya había presentado dos denuncias ante la justicia y se perdieron. Mi hijo me contaba de los problemas en el Instituto Próvolo y todos allí miraban para el costado, la directora, la maestra, todos”, denuncia Mirta Batisteli.
“Los curas empezaron a actuar sobre chicos en Verona, Italia, y de ahí los mandaron a La Plata, donde hicieron lo mismo y entonces los trajeron aquí a Mendoza, y todo tapado por la curia”, relata indignada la mujer.
Las víctimas de este caso fueron defendidas por la ONG de defensa de los derechos humanos Xumek [sol, en lengua indígena huarpe]. “Es una condena que permite entender que los hechos existieron, es una condena que vuelve a dar dignidad a las víctimas”, reaccionó Sergio Salinas, abogado de esta organización. “Mucha gente, entre ellos la Iglesia, negaban y niegan su condición de víctimas. Esta condena reconoce que los hechos existieron y dice que las víctimas son víctimas y que los denunciados son responsables”, agregó.
El caso del Próvolo es uno de los escándalos de pederastia eclesiástica más grande de Argentina donde ya se han condenado doce sacerdotes por abuso sexual.
De momento y a la espera de otro juicio contra los demás acusados, entre ellos religiosas y personal directivo del colegio, la justicia consideró 25 casos de abusos registrados entre 2004 y 2016.
Se evaluaron los testimonios de 13 víctimas tomados en cámara Gesell, en la que los menores de edad declaran ante psicólogos sin saber que son escuchados por el juez.