El sufrimiento psicológico debido al cambio climático se ha convertido en un mal que afecta a cada vez más personas. En Francia, según una encuesta del instituto IFOP realizada en octubre de 2018, el 85% de los franceses están preocupados por el calentamiento global (93% entre los 18-24 años). Las catástrofes naturales pueden incluso aterrorizar a algunas personas.
Un sentimiento de apocalipsis
«El mes pasado, estuve encerrada en mi casa en la oscuridad. No sé si podré mejorar, para mí sigue siendo muy confuso. Tengo una sensación de apocalipsis», cuenta Saloua.
La enfermedad de Saloua, que tiene cerca de 40 años, se llama solastalgia. Detrás de esta palabra se esconde una forma de angustia psicológica o existencial debida a los cambios medioambientales. Depresión, insomnio, este sufrimiento puede llegar hasta la hospitalización, o la negativa a dar a luz por miedo a cómo será nuestro planeta dentro de unas décadas.
«Si no quiero tener hijos, es porque dentro de veinte años no quiero que se vuelvan en mi contra cuando vean el estado del planeta y me digan: ‘Tú lo sabías y nos tuviste de todos modos’», prosigue la mujer.
Saloua está lejos de ser la única en padecer solastalgia, también llamada eco-ansiedad, angustia climática o burn-out ecológico. Llueven los testimonios en las redes sociales, y hay numerosos blogs y grupos dedicados a este asunto.
La teoría del colapso
Muchas personas con solastalgia han experimentado angustia al escuchar conferencias de Pablo Servigne o al leer sus libros sobre la colapsología, teoría que prevé un colapso inminente para nuestra generación.
«Es una buena señal que la gente esté conmocionada después de esta lectura», estima Servigne, sobre todo que sólo es una primera fase. Según él, muy poca gente se queda atascada en esta etapa, y la mayoría termina viendo los caminos posibles. Entre dichos caminos, olvidarse del individualismo y unir fuerzas.
Pero para Saloua, no es tan fácil: «Todas las guerras, estas personas que huyen de su país, los problemas de agua, no sé si todavía puedo tener esperanza. Nunca he sentido miedo por nada, y ahora estoy psicótica por la falta de agua, y me siento totalmente impotente ante toda esta contaminación plástica», explica.
En todo caso, la joven sueca Greta Thunberg, musa mediática de la lucha contra el calentamiento global, parece desear una depresión verde entre los más poderosos del planeta: «No quiero su esperanza», dijo a los participantes en el Foro Económico Mundial de Davos en enero, «quiero que entren en pánico. Quiero que sientan el miedo que siento todos los días».