-En minutos más aterrizaremos en el Aeropuerto de Ezeiza. Se ruega a los señores pasajeros mantener sus asientos en posición vertical y ajustar sus cinturones.-
Las palabras de la aeromoza volvieron a Kim a la realidad. Aunque el viaje había sido largo, el joven sentía cercana la partida desde Seúl. Atrás habían quedado sus amigos del colegio, la familia, y su admirado Sungnam, el equipo que lo motivó a jugar fútbol desde pequeño… Y atrás quedaba también el “sabio Lee”, quien el día anterior a la partida de Kim, llegó hasta su casa y le entregó un paquete envuelto con papel de seda azul.
- Lleva esto contigo, pero prométeme que lo abrirás, solo cuando consideres que algo importante deba de ocurrir.-
- Lo prometo, “sabio Lee”- Respondió Kim. Y guardó el paquete en el interior de su maleta.
Kim era enviado a Argentina por su familia para realizar un intercambio estudiantil. Su padre trabajaba en una renombrada empresa, y su madre asesoraba a un colegio durante algunos días a la semana, ocupando el resto del tiempo en tareas del hogar.
La familia de Marcos parecía tan ansiosa como lo había estado Kim durante el vuelo. Los González desplegaron una cartulina blanca con el nombre “Kim Yang” escrito con grandes letras rojas, que el jovencito leería reconociendo a sus anfitriones. Cuando Kim apareció en el aeropuerto, los padres de Marcos lo abrazaron con emoción, y los jóvenes aproximaron sus manos en un saludo amistoso. La familia partía luego hacia la Capital.
Días después, de madrugada, el padre de Marcos fue llamado con urgencia para inspeccionar una de las plantas de la empresa en la que trabajaba. Antes de partir, el hombre besó en la frente a los niños aún dormidos y se despidió de su esposa.
- Te veré pronto Sonia-.
- Cuídate, Raúl. Y recuerda cuánto te amo-.
Aquel día todo fue diferente. El sonido insistente del teléfono hizo que Sonia dejara por un momento sus ocupaciones. Desde el auricular, palideció mientras sus ojos desbordaron en lágrimas. Tembló como las hojas de los árboles que sin saberlo, anuncian una tempestad. Del otro lado, una voz desarticulada le anunciaba por segunda vez:
- El avión abordado por su esposo sufrió desperfectos técnicos. Colisionó contra una montaña. No hay sobrevivientes-
Durante el funeral, Marcos y Kim permanecieron juntos. Sonia, imposibilitada de conectarse con la realidad, se mostró lejana. El dolor envolvía a la familia con dureza.
Pasados algunos meses, Sonia y los niños se disponían a desayunar:
- El “sabio Lee”, me pidió abrir este paquete en un momento especial. Yo quiero dárselo, Sonia. Es para usted-, dijo Kim.
Sonia tomó el paquete envuelto en papel de seda azul y al abrirlo descubrió una pequeña caja de madera. Levantó la tapa y leyó en su interior:
…” Lo que pudo haber sido es lo que más me atormenta.
En alguna parte, entre la acción y la ilusión,
Donde la cuchilla de la espada destruye nuestra imaginación
Permanece la poesía aunque los sonidos se carcoman.
Donde nuestra metáfora sobreviva a la extinción
Dejadme meditar y cultivar la mía.
Dejadme preferir una descomposición tranquila de la imagen.
Mis oídos están abiertos a otras voces
Más a aquellas nunca oídas.
Dejad que arda la leña en mis metáforas más embriagadas.
Sé que la poesía viene
Cuando la suelto de mi mano hacia mi realidad.
Así necesite más encallamientos en el cosmos.”
“Siempre estaré a tu lado “
Chang Soo Koo (Corea del Sur) 1934
La mujer secó sus lágrimas y abrazó a sus dos niños.
Ana María Sánchez Mari