Tierra de oportunidades, Camboya merecía un ron con un nombre como Samai, “algo moderno, con visión hacia el futuro, algo sofisticado, una nueva generación”, como les explióo un amigo camboyano que sugirió el nombre.
Y para ponerle más sabor local, nada mejor que el gusto de la famosa pimienta de Kampot. “Desde el principio probamos muchos sabores pero esta pimienta, que ya era famosa mundialmente antes de la guerra, nos dio muy buen resultado”, explicó Daniel a RFI mientras nos hacía degustar ese ron sorprendente y exquisito.
La destilería Samai abre sus puertas al público todos los jueves. El ambiente es muy agradable, los cocteles son deliciosos y ni hablar del ron puro. Por si fuera poco, Daniel le explica a todo el que lo desea, cómo se fabrica el Samai.
¿De volver a Venezuela fabricarían Samai allí?
“No, Samai es camboyano y así será siempre”, asegura tajante Daniel Pacheco, joven empresario de tan solo 33 años.