Este caso también es importante porque no se trata solo de una empresa, sino de alrededor de 30 empresas con redes internacionales y vinculadas al inversionista checo norteamericano Dennis Melka, dedicadas a deforestar la Amazonía peruana.
El modus operandi de este “grupo Melka” consistía en crear empresas en Perú a través de estudios de abogados o de testaferros y, en paralelo, crear empresas en paraísos fiscales como Gran Caimán, según explica Julia Urrunaga.
Se calcula que bajo este accionar han deforestado, en total, unas 15 mil hectáreas de bosques naturales. De acuerdo a EIA, actualmente tienen unas 20 mil hectáreas más y están pidiendo la adjudicación de más territorio a los gobiernos regionales.
Si bien esta sentencia llena de optimismo a las organizaciones que participaron en la investigación, aún es temprano para alegrarse pues, como explica Julia Urrunaga, todavía queda mucho trabajo de concientización por hacer.
“Todavía hay un sector muy grande de la industria y del Estado también que considera que un bosque en el que no hay inversión privada es un bosque que está siendo desperdiciado, cuando en realidad el bosque nos está proveyendo de aire, de agua. Este tipo de cosas aún falta de introducir en los planes nacionales y en las cuentas nacionales“, agrega Urrunaga.
Un primer gran paso en materia ambiental que se espera sirva de precedente y como factor de disuasión para otras empresas dedicadas a la tala ilegal y la deforestación.