La cinefilia de Leandro Erlich
Escrito por Jorge Cabrera el 27 junio, 2019
La muestra Próximamente en la galería Ruth Benzacar reúne una serie de pinturas inéditas de Leandro Erlich y puede visitarse desde hoy hasta el sábado 20 de julio, de martes a sábados de 14 a 19 en Juan Ramírez de Velasco 287.
Una antigua marquesina de cine donde puede leerse Próximamente y una serie de afiches gigantes pueden verse en la fachada de la galería sobre Ramírez de Velasco que provocará que más de un distraído piense que se inauguró una nueva sala en Villa Crespo.
En la exposición se encuentra una biblioteca repleta de películas en VHS, el piso tapizado con una alfombra y un telón rojo al final, que dan el marco cinematográfica a la muestra.
Una veintena de pinturas, que emulan a los antiguos afiches promocionales de películas, pero que en verdad están inspirados en las obras de arte de Erlich, se distribuyen a lo largo de la galería en Villa Crespo Las pinturas en esta exhibición están basadas en fotografías de las instalaciones del artista. Los títulos de las películas (ficticias) no están asociados al concepto original de dichas obras. Estas pinturas al óleo son, de hecho, mas bien retratos del proceso creativo en sí: El acto de elaborar algo nuevo, de contar una historia diferente, de pintar una cosa encima de otra.
“Mi trabajo no suele ser autorreferencial y tampoco (creo) que mi obra señale mucho sobre mi vida personal pero, mientras me preparaba para “LIMINAL” (una muestra antológica en MALBA, la más ambiciosa que he realizado en Argentina), me encontré pensando en la adolescencia y el caldo que me supo cultivar. El título de esta muestra, “Próximamente”, refiere al anuncio que suele anticipar la proyección de una película pero, también, apela a la cercanía de algo aún no cumplido, latente, próximo”, explica Erlich para presentar la muestra.
El artista agrega que “mi adolescencia ocurrió entre imágenes, películas y pinturas al óleo, los medios en los que me movía con mayor fluidez. Fue en la casa del barrio de Florida primero y Belgrano después, que miré miles de películas en VHS, siempre rodeado por la arquitectura de mi padre. Estas casas constituyeron el territorio literal de mi vida, pero las películas ambientaron su paisaje real, como una escenografía, en la que vivían Hitchcock, Woody Allen, Allan Parker, Sam Peckinpah, Cóppola, los hermanos Coen, Antonioni, Chaplin, Visconti, Fritz Lang. Dentro del cine no había límite, solo experiencia en la que me sumergía al regresar del colegio”.
“En los años 80’ comenzaron a abrir en Buenos Aires los video clubes. Recuerdo estar de pie delante de las cajas de VHS que se perfilaban en grandes estanterías: mis ojos recorrían las tapas y sus títulos durante largo tiempo. Era un lugar pequeño que prometía y frustraba, un buen rincón para estar solo pero acompañado. Las tapas anticipaban historias que se revelaban, luego, en el televisor. Sin embargo, esas imágenes al igual que un póster, encendían la imaginación y la curiosidad al tratar de anticipar las historias. Cuando no estaba mirando películas, pintaba al óleo. Me tomaba muy en serio esa actividad, me encantaba y pensaba dedicar mi vida a la pintura. A los quince años, me consideraba un artista profesional y, más específicamente, un pintor”, cierra Erlich.