Esta vez, las relaciones entre Estado y religión se han vuelto un tema de campaña electoral. Y cuando los candidatos a las elecciones legislativas debaten sobre este tema, hablan de implementar el transporte público el día del shabat –día de descanso semanal en la religión judía, y de establecer un matrimonio civil. Que sean de izquierda o de derecha, los partidos intentan cuestionar el statu quo establecido cuando se creó el país.
Sin embargo, este rechazo a las reglas religiosas podría empujar a los creyentes a unir fuerzas, estima Rananel Cohen, un ultraortodoxo que vive en Tiberíades, en el norte del país. «Creo que cada creyente judío votará por un partido que se le parezca. Muchos practicantes ya votaban por los partidos religiosos, pero hoy en día esta tendencia se ha fortalecido», comenta.
Movilización de los ultraortodoxos
Tradicionalmente, los ultraortodoxos están más movilizados que las otras comunidades. La importancia de las cuestiones religiosas en el debate actual podría aumentar aún más su participación.
Incluso si sus partidos regresan a los bancos de la oposición, podrían mantener un peso político significativo, afirma Shuki Friedman, director del centro «Nación, Estado y Religión», en el Instituto Israelí para la Democracia.
«Lo que vimos en 2013», dice Friedman, «fue que Netanyahu y los demás partidos eran conscientes de que podrían necesitar a los ultraortodoxos en un futuro gobierno. Netanyahu prefirió no tocar los temas candentes».
Desde principios de los años 80, los partidos ultraortodoxos han integrado la mayoría de los gobiernos israelíes.