Según el sitio de información económica estadounidense Quartz, esta situación «es el resultado de un congelamiento de las admisiones decidido por el Departamento de Estado, que ha provocado la cancelación de cientos de vuelos e incluso más incertidumbre para los miles de refugiados que desean reasentarse en Estados Unidos».
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprobó un plan para limitar el número máximo de refugiados admitidos en Estados Unidos en 2020 a 18.000, el nivel más bajo desde que comenzó el programa hace más de 30 años. «Los techos para 2018 y 2019 eran de 45.000 y 30.000 personas respectivamente», señala Quartz.
El sitio añade que no podría haber un peor momento para reducir el número de refugiados en Estados Unidos: «Las Naciones Unidas estiman que hay alrededor de 26 millones de refugiados en el mundo, muchos de los cuales son víctimas de tortura o mujeres y niñas que huyen de la persecución o la violencia».
Según Filippo Grandi, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la renuencia de Estados Unidos es una mala noticia: «En un momento en que nos enfrentamos a niveles sin precedentes de desplazamientos forzados, el endurecimiento de las condiciones de admisión impide que ACNUR cumpla adecuadamente su mandato de protección de los refugiados y debilita nuestro poder de negociación humanitaria en todo el mundo».
El plan, que se anunció a finales de septiembre, provocó una reacción fuerte en el bando de los legisladores demócratas, incluyendo a gobernadores que dijeron que continuarían recibiendo a refugiados en sus estados a pesar de esta fuerte reducción.
Según el New York Times, sólo 5.000 personas huyendo de su país de origen por temor a ser perseguidos por su religión serían admitidas en Estados Unidos. Asimismo, menos de 2.000 centroamericanos se verían recibidos, así como 4.000 iraquíes que ayudaron a las fuerzas armadas de Estados Unidos durante la guerra en Irak.