Publicado cada tres años desde 2000 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con sede en París, este informe, que evalúa las competencias en ciencias, matemáticas y comprensión de textos escritos de alumnos de 15 años, se ha convertido en una referencia mundial para organismos especializados y gobiernos.
Los ejercicios fueron presentados en mayo de 2018 a 600.000 jóvenes de 79 países y territorios, una muestra que representa a 32 millones de alumnos.
Varios países asiáticos se encuentran entre los mejores estudiantes en lectura, la asignatura más examinada de cerca en esta edición, pero también en ciencias y matemáticas. Cuatro metrópolis y provincias chinas (Pekín, Shangai, Jiangsu, Zhejiang) encabezan la clasificación, seguidas de Singapur, Macao (China) y Hong Kong (China), Estonia y Canadá.
«En muchos países asiáticos, la educación de los niños es la prioridad número uno, los profesores reciben una formación de calidad y se decide invertir en escuelas con dificultades», afirma Eric Charbonnier, especialista en educación de la OCDE. En Corea del Sur, que también está bien clasificada, «los profesores son muy valorados en la sociedad y sus salarios son muy atractivos allí», continúa.
Canadá ocupa el sexto lugar, con un promedio de 520 en comprensión de textos, 512 en matemáticas y 518 en ciencias. Bélgica ocupa el puesto 22 (493 – 508 – 499), Francia el 23 (493 – 495 – 493) y Suiza el 28 (484 – 515 – 495).
Mientras, los países latinoamericanos mejor educados en estas materias son Chile (puesto 43 sobre 79), Uruguay (48), Costa Rica (49) y México (53). Ninguno de ellos sobrepasa el promedio de la OCDE.
Los otros países de América Latina que han sido objeto del informe son Brasil (57), Colombia (58), Argentina (63), Perú (64), Panamá (71) y República Dominicana (76), y quedaron fuera del estudio Bolivia, Cuba, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Haití Honduras, Nicaragua, Paraguay y Venezuela.
En 2015 los mejores clasificados de la región también fueron Chile, que en 2018 incrementa su promedio, y Uruguay, que baja su media, seguidos por Costa Rica, Colombia y México.
En comparación con la última edición, algunos países han realizado progresos significativos, como Estonia, Polonia y Portugal, donde se ha hecho un esfuerzo especial en la formación de profesores y la mejora de la profesión, según la OCDE.
El reto de la inteligencia artificial
El informe considera «decepcionante» que, a pesar del aumento del 15% del gasto en educación primaria y secundaria en la OCDE durante la última década, la mayoría de los países no vean «prácticamente ninguna mejora» en el rendimiento de sus hijos desde la introducción del estudio PISA en 2000.
«De hecho, sólo siete de los 79 sistemas educativos analizados presentan mejoras significativas en lectura, matemáticas y ciencias», según el informe, y «sólo uno de ellos, Portugal, es miembro de la OCDE».
Sin embargo, las necesidades educativas de los jóvenes de 15 años han «cambiado de manera fundamental», dice el informe, con la llegada del teléfono inteligente, que ha transformado la forma en que la gente lee e intercambia información. La digitalización ha dado lugar a la aparición de nuevas formas de texto.
«Anteriormente, los estudiantes podían encontrar respuestas claras a sus preguntas en libros de texto aprobados por el gobierno en los que podían confiar. Hoy en día, encuentran cientos de miles de respuestas en línea, y depende de ellos desenmarañar lo verdadero de lo falso», dice el informe.
La OCDE también advierte que las asignaturas fáciles de enseñar son ahora «también fáciles de digitalizar y automatizar». «La inteligencia artificial amplificará tanto las buenas como las malas ideas (…) Por eso la educación en el futuro no sólo significará enseñar a las personas, sino también ayudarlas a desarrollar una brújula fiable que les permita navegar por un mundo cada vez más complejo, ambiguo y cambiante», explica el informe.
El reto digital también tiene como consecuencia, advierte el estudio, que «hoy en día, más estudiantes consideran la lectura como una pérdida de tiempo (+5 puntos porcentuales) y menos niños y niñas leen por diversión (-5 puntos) que sus compañeros en 2009».